América Latina se prepara para la posible llegada, en los próximos meses, de La Niña, con previsiones de una temporada de alta variabilidad climática en la región. Qué se pronostica para nuestro país.
Este evento climático, que se caracteriza por causar inviernos crudos, veranos con múltiples olas de calor y grandes sequías, podría generar en América del Sur un escenario similar al de las sequías históricas registradas entre 2020 y 2023, coincidieron distintos expertos reunidos este martes en la sede de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en Ginebra.
No obstante, especialistas del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) afirmaron que la llegada de La Niña a Argentina todavía es una posibilidad y que, en caso de concretarse, no llegaría en los próximos meses..
“Veníamos con El Niño y recién este mes se dio el cese y pasamos a una fase neutral. Ahora vamos a estar un tiempo largo en fase neutral y los pronósticos indican que de a poco el océano se va a ir enfriando. Pero ese no es el único requisito necesario para que se genere un fenómeno de La Niña, el océano tiene que permanecer frío durante al menos unos cinco o seis meses, y después la atmósfera tiene que responder a ese cambio, y recién ahí se declara La Niña”, explicó la meteoróloga Cindy Fernández, del área de comunicación del SMN
Según destacó, “hay algunas proyecciones que indican que el océano se va a empezar a enfriar y, por lo tanto, hay indicios de que la fase neutral podría cambiar próximamente a una fase de La Niña. Sobre los plazos, destaca: “Para que esto ocurra van a pasar, suponiendo que se den todas las condiciones y se den de manera continua y rápido, unos cinco o seis meses mínimo, es decir, se podría dar a finales de año”.
Los patrones de El Niño y La Niña tienen diferentes consecuencias en las distintas partes del planeta. En América Latina, en particular, han impactado históricamente en la producción de cultivos clave como trigo, arroz y maíz, provocando efectos en la economía de los países, altamente dependientes de las materias primas.
En caso de que el evento climático llegue a la Argentina durante el próximo verano, los efectos podrían incluir, según Fernández, “no favorecer las precipitaciones, sobre todo en el Litoral y el norte de la provincia de Buenos Aires”.
“Con La Niña, las lluvias suelen ser bastante escasas, especialmente en esa zona, y además también se favorecen las altas temperaturas. Los veranos con el fenómeno de La Niña suelen tener períodos muy cálidos, temperaturas muy elevadas, varias olas de calor y muchos días soleados”, detalló al diario La Nación.
Las proyecciones mundiales
En términos estadísticos, los más recientes pronósticos de los Centros Mundiales de Producción de Predicciones a Largo Plazo de la OMM prevén “dos escenarios igualmente probables”: hay un 50% de probabilidad de que se mantenga a lo largo del año las condiciones neutras actuales, y a la vez un 50% de chances de que ocurra una transición hacia un episodio de La Niña entre junio y agosto de 2024.
“Venimos de atravesar esos tres años con un evento de La Niña bastante prolongado que trajo sequías en el sur de América del Sur, sequías extremas, históricas, con gran impacto y luego una transición bastante rápida al fenómeno de El Niño”, dijo José Luis Stella, del Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur. “Ahora, nuevamente, estamos en una transición a otra vez el fenómeno de La Niña. No solamente estamos en un clima extremo, sino en una variabilidad también bastante extrema y bastante rápida”, apuntó.
Este episodio forma parte del fenómeno climático Niño-Oscilación Sur (ENOS), que hace referencia a las variaciones en las temperaturas que ocurren en las regiones central y oriental del Océano Pacífico ecuatorial. Tiene dos patrones opuestos: El Niño (fase cálida) y La Niña (fase fría), que duran entre nueve y 12 meses, y se dan cada dos a siete años, aunque no tienen un calendario regular.
En el Caribe, destacaron desde la OMM, la llegada del huracán Beryl, que se ha fortalecido hasta alcanzar la categoría cinco y que se aproxima a Jamaica, marca la pauta de una temporada de huracanes que, Rodney Martínez, representante de la OMM para América del Norte y Central y El Caribe, definió como “muy peligrosa”. Desde que se tiene registro, nunca se había formado a estas alturas de año un fenómeno de este tipo de máxima intensidad en el Atlántico, por lo que el Beryl sienta un “alarmante precedente”, señalaron las autoridades de la organización.
En tanto, Karina Hernández, del Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica, relativizó la situación: “Las temperaturas han estado calientes y siguen calientes tanto en el Mar Caribe como en el Atlántico. Respecto a la temporada de huracanes, pues sí se considera más activa de lo normal. Cuánto más activa, todavía no tenemos un consenso regional”.