El tiempo de ocio podría jugar un papel crucial en nuestra salud, especialmente cuando se trata de enfrentar amenazas estacionales como la gripe y la neumonía.
Nuestro tiempo libre puede desempeñar un papel fundamental en la defensa contra las amenazas invernales. Y la actividad física y el ejercicio, en concreto, pueden convertirse en su mejor aliado para enfrentarse a la gripe y la neumonía. La intersección entre la actividad física y la prevención de enfermedades respiratorias es un área de estudio cada vez más relevante para la salud pública. En este artículo, exploraremos los vínculos emergentes entre los niveles de actividad física de tiempo libre, y cómo estas prácticas pueden influir en la resistencia del cuerpo contra la gripe y la neumonía como enfermedades infecciosas.
Desentrañaremos la ciencia detrás de esta conexión y proporcionaremos una perspectiva accesible sobre cómo podemos mejorar nuestra salud a través de elecciones conscientes en nuestro tiempo de ocio. En un mundo donde la prevención se vuelve cada vez más valiosa, es esencial comprender cómo nuestras acciones diarias pueden convertirse en defensas efectivas contra enfermedades infecciosas que están en el aire.
Hasta ahora se conocía que aquellas personas que cumplían las dos recomendaciones mínimas de la OMS (es decir, una actividad física aeróbica igual o mayor que 150 minutos a la semana de intensidad moderada y al menos 2 días de fortalecimiento muscular) tenían nada menos que la mitad de riesgo de muerte por gripe y neumonía que aquellos que no cumplían ninguna de las recomendaciones.
Pero el año 2023 se han publicado los datos de un estudio muy interesante con más de medio millón de hombres y mujeres mayores de 18 años a los que se les ha seguido durante 9 años.
Este trabajo nos da una buena noticia, especialmente para aquellas personas más inactivas; resulta que la actividad física de tipo aeróbico está relacionada con menos riesgo de gripe y neumonía, incluso con cantidades inferiores a las recomendadas por la OMS.
En comparación con ninguna actividad física, hacer entre 10–149, 150–300, 301–600 y o más de 600 minutos a la semana estaba asociado a una disminución del riesgo del 21%, 41%, 50% y 41%, respectivamente. De estos resultados se deriva una importante implicación clínica en cuanto a la salud pública se refiere: el beneficio asociado a la reducción de la mortalidad, incluso en aquellas personas que no hacen la actividad física aeróbica suficiente. Esto ya de por sí es una importante razón para aumentar los niveles de actividad física en las personas y pacientes más inactivos.
Como promueve la OMS cuando hablamos de ejercicio físico: algo es mejor que nada. Pero fíjese también en los datos de este estudio, la máxima reducción del riesgo de mortalidad ocurrió en el rango de 301 a 600 minutos semanales, con una disminución del riesgo del 50%. Sin embargo, aquellas personas que hacen más de 600 minutos a la semana, la reducción del riesgo no fue mayor, sino que fue algo menos, situándose en el 41%. Por tanto, de estos datos se deriva que existe una dosis óptima de ejercicio. Si está en el rango de los 301 a 600 minutos semanales de actividad física moderada, estará huyendo de la gripe a buen paso. Pero si hace menos de lo recomendado por la OMS también se estará alejando de la gripe, aunque en menor medida.
Si ponemos la atención en las recomendaciones de fuerza, las personas que hacían 2 sesiones de fortalecimiento muscular, tenían un 47% menos de riesgo de mortalidad por gripe y neumonía en comparación con los que declararon más de 2 sesiones/semana. Sin embargo, también se debe levantar la bandera roja para aquellas personas que hacen al menos 7 sesiones semanales de fortalecimiento muscular, puesto que el riesgo de mortalidad se incrementa hasta un 40%. Por tanto, debemos prestar atención a la cantidad adecuada de entrenamiento de fuerza para no pasarnos al otro lado y que suponga un aumento del riesgo. En nuestra búsqueda de resistencia contra la gripe y la neumonía, recordemos siempre que el veneno está en la dosis. Como en toda danza, la melodía de la salud se compone con movimientos calculados y equilibrados. Demasiada inactividad puede dejarnos vulnerables, mientras que un exceso de actividad puede agotar nuestras defensas. La clave reside en encontrar ese delicado equilibrio, donde el cuerpo se fortalece sin perder su armonía natural. Recordemos siempre que la clave para la salud reside en la virtud del equilibrio.
La actividad física regular también puede mejorar la respuesta inmunitaria a la vacunación. En un metaanálisis reciente, la actividad física aeróbica regular se correlacionó positivamente con los anticuerpos tras la vacunación antigripal, pero no con la vacunación antineumocócica.