22 noviembre 2024

Estudiar los vientos puede ser clave para el campo

Conocer el viento es fundamental por la influencia que tiene en las sequías, en la propagación de incendios.

Un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) analizó los vientos de la Argentina y obtuvo datos de gran utilidad agrícola y ambiental.

“Conocer el viento es fundamental por la influencia que tiene en las sequías, en la propagación de incendios, en el transporte de contaminantes y en la generación de energía eólica. Por esas razones es clave caracterizar los vientos a nivel nacional”, indicó Tomás Lúgaro en su tesis para egresar de la Licenciatura de Ciencias Ambientales de la FAUBA.

Bajo ese conocimiento, Lúgaro, sostuvo que en el noreste del país, provienen principalmente del noreste; en la Patagonia, del oeste; y tienen origen variable en el centro y el oeste del país. Las velocidades más bajas de viento se dan en el norte del país y se hacen más altas hacia el sur. Estos resultados abren puertas para el sector del agro y el ambiental.

Según el trabajo de Lúgaro “en todo el noreste del país, desde Misiones hasta el norte de Buenos Aires, los vientos vienen principalmente desde el noreste. En esa región, los vientos mayores a 30 km/h, en general, provienen del sur y son más fríos. En la Patagonia, desde los 40º de latitud hacia el sur, los vientos provienen del oeste. En el centro y en el oeste del país, los vientos tienen una dirección variable debido al relieve de la Cordillera de los Andes y a las Sierras de Córdoba. En pocos kilómetros, el rumbo predominante varía mucho”.

En cuanto a intensidad del viento, Tomás destacó que las velocidades medias anuales mínimas ocurren en el norte del país, mientras que las máximas se dan en el sur del país. En Jujuy se registraron 8 km/h, y en la Patagonia, 27 km/h. El investigador indicó que las mayores velocidades se registraron durante la primavera, y que las menores se dieron durante el otoño en todo el país, excepto en la Patagonia, donde los máximos ocurren en verano y los mínimos en invierno.

La información puede contribuir a estudiar las sequías, la erosión eólica, el transporte de contaminantes o la producción de energía eólica. “Por ejemplo, puede representar una guía para colocar cortinas forestales en los cultivos. Posibilita predecir cómo se propagan los incendios y así tomar las medidas necesarias para combatirlos. También es posible estimar la distancia que puede recorrer un contaminante desde la fuente de emisión”, añadió Tomás.