22 noviembre 2024

Guardavidas argentino protagonizó un rescate increíble en Estados Unidos

Mariano Martínez es bonaerense y de chico soñaba con formar parte del mundo del salvamento acuático, función que ejerció durante 15 años en Mar de Ajó y Nueva Atlantis.

 

Cuando era chico y junto a su familia pasaba las vacaciones en la Costa Atlántica bonaerense, Mariano Martínez se quedaba mirando a los guardavidas: cómo se movían y cuando entraban corriendo al mar. Ya siendo un niño se dio cuenta de que eso era lo que quería para su vida, que el resto del año transcurría en Berazategui, provincia de Buenos Aires.

El tiempo pasó y Mariano cumplió su anhelo: se convirtió en guardavidas, una función que desempeñó durante 15 años en el Partido de La Costa, entre Mar de Ajó y Nueva Atlantis. En 2016 se presentó la oportunidad de mudarse a los Estados Unidos para prestar servicios en Sarasota Beach (Florida), donde protagonizó una increíble historia que llegó a los medios más importantes de Estados Unidos.

Lejos de su querida Argentina pero con la experiencia cosechada en las localidades de La Costa, Martínez llevó a cabo el pasado el sábado 22 de junio un épico rescate al salvar, en 20 minutos, la vida de 9 personas, sin la ayuda de nadie, ya que a esa hora (19.10) no había otros colegas en el lugar. Mariano estaba porque, culminado el horario de cobertura de guardavidas (17:00), se había quedado a disfrutar de la playa.

“Eso hacía cuando recibo una alerta en el celular. Nosotros trabajamos con una aplicación, que es el 911 que tenemos en el teléfono, programado para recibir todas las emergencias de Sarasota”, le contó Martínez a Fernanda Jara, la periodista de Infoabe que dio a conocer su historia en la Argentina. La mayoría de estos rescatistas tiene programada esa app para que funcione mientras están de servicio, pero como él es muy apasionado por lo que hace, la tiene activada las 24 horas.

El alerta incluía a las 8 miembros de una familia que habían quedado atrapados en las aguas de Lido Beach, a los que luego se sumaría una novena, que ingresó al mar para ayudar, pero que estaba perdiendo sus fuerzas. El rescate no fue simple ni uno más. En medio de las aguas notó que estaban adentro de una corriente de retorno. “Las personas se habían metido sin saber qué pasaba allí”. Cuando esa corriente sucede, arma como un callejón en el mar y el agua arrastra para adentro. Este fenómeno sucede cuando se rompe el banco de arena, por lo general debido las tormentas o grandes crecidas del agua y provoca una especie de embudo.

“Cada vez que lo recuerdo me emociona. Se me viene a la mente la cara de esas tres primeras personas porque si hubiera llegado a ellas un minuto y medio más tarde, creo que hubieran sido arrastradas por la corriente... Comprender hoy que toda esa familia pudo volver a su casa, y con todos sus miembros, debido a mi intervención es lo más lindo que se puede sentir”, contó Martínez, cuya comunicación con los rescatados se facilitó porque hablaban español.

Una de las mujeres que se estaba ahogando, de unos 40 años, estaba junto a su hija y le dijo a Mariano: “No te preocupes por mí, dejame morir, pero salvá a mi hija...”, reveló el guardavidas argentinos sin poder evitar la consternación que vivió al recordarlo. Logró calmarlas mientras veía que había otras 6 personas más adentro. “Por suerte, ellas estaban con esas tablitas de bodyboard, esas de barrenar las olas que se compran en el supermercado. Eran dos tablitas, tres en cada una, aunque hacían movimientos para subirse, no lo lograban pero se mantenían flotando”, relató.

Luego de dejar a la madre y a su hijo en la costa, Mariano regresó al mar para rescatar al resto, con la tranquilidad de que 4 de ellas tenían una tabla barrenadora a la que aferrarse. “Entendieron que si se agarraban de la tabla y se mantenían a flote, podrían darme tiempo a mí para llegar a la costa con la madre y la hija, y volver por ellos”, señaló. “Te juro que fui rezando para que estén, porque uno cuando hace un rescate múltiple, toma elecciones: sacar a las personas que considera en riesgo. Esto es tomar decisiones que en ese momento creemos que son las mejores, pero no quiere decir que sean perfectas”, especificó.

“Empecé por el grupo de tres que veía más nervioso, los dejé en la costa y volví por el otro grupo de tres. Uno de ellos, el que se había metido a ayudar, que era un americano, me dijo que podía volver solo nadando y que no me preocupara por él aunque me aclaró que no podría ayudarme: ‘Estoy totalmente exhausto, pero yo puedo salir solo’, dijo. Igualmente salimos juntos porque nunca se sabe qué puede pasar después de tamaño esfuerzo”, detalló.

Al volver a su celular, notó la cantidad de llamadas perdidas de su esposa. Regresó a casa y le pidió lo que más necesitaba. “Cuando me preguntó qué había pasado, le pedí que me abrazara. Se me hicieron agua las piernas”, recuerda. Al poner la cabeza sobre la almohada se le volvieron las imágenes de lo sucedido y entendió que ahora él sería uno de esos guardavidas héroes que otros niños iban a querer imitar. “Nunca pensé que algo así podría pasar. Tuve suerte, pero siento que hubo algo mayor dándome una mano”, concluyó.