6 septiembre 2024

Científicos argentinos identificaron los mecanismos biológicos para la recuperación de recuerdos

Los resultados de este trabajo pueden mejorar la comprensión de las fallas de memoria en múltiples enfermedades.

Un grupo de científicos del Conicet descubrieron los mecanismos biológicos que permiten la evocación de las memorias episódicas o contextuales, aquellas que permiten reconocer un espacio y las experiencias que ahí tuvieron lugar. El hallazgo, descrito en PLoS Biology y realizado en modelos preclínicos, podría ayudar a diseñar estrategias terapéuticas para el Alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas o para combatir el deterioro natural de la memoria que ocurre con la edad.

“Se sabe bastante de cómo las memorias se almacenan y consolidan, pero se sabía muy poco de lo que pasa una vez que esas memorias están almacenadas y tienen que ser recuperadas. Nuestro trabajo logró describir mecanismos que permiten la evocación de memorias de reconocimiento contextual que constituyen un tipo de memorias episódicas”, afirma Pedro Bekinschtei quién, junto con Mariano Belluscio, lideró el estudio. Ambos son investigadores del Conicet en el Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCyT, CONICET-Fundación INECO-Universidad Favaloro) y en el Instituto de Fisiología y Biofísica (IFIBIO, CONICET-UBA).

Bekinschtein explica que la memoria episódica “se refiere a experiencias únicas de nuestras vidas que tienen un lugar, un tiempo y otros elementos característicos. En particular nosotros nos focalizamos en este trabajo en lo que se conoce como memoria de reconocimiento, que es la que nos permite decidir si nos resulta familiar o no un lugar cuando nos encontramos ahí. Y para poder tomar esa decisión tenemos que poder recuperar la memoria de alguna experiencia que ya tuvimos en ese lugar”.

Glutamato y “place cells”

Bekinschtein, Belluscio y las dos primeras autoras del estudio, Magdalena Miranda, del INCyT, y Azul Silva, del IFIBIO, estudiaron la evocación de la memoria episódica en ratas que debían reconocer espacios a los que habían sido expuestas previamente, pero con algunos detalles que iban variando a lo largo del tiempo.

“En particular trabajamos con ratas porque es un buen modelo para estudiar fenómenos de memoria y de comportamiento. Son mamíferos y su cerebro se parece en muchos aspectos al cerebro humano. Muchas de las regiones que se analizaron en nuestro trabajo están presentes en ambos organismos”, puntualiza Bekinschtein.

El equipo de investigación descubrió que el glutamato, un neurotransmisor en el hipocampo (región del cerebro donde se forman memorias), es clave para la evocación de recuerdos. “La inhibición de este neurotransmisor hacía que los animales no pudieran reconocer un espacio que habían visto. Por el contrario, su activación mejoraba su capacidad de reconocimiento”, explica Miranda.

Los autores del trabajo también se centraron en unas neuronas del hipocampo que se conocen como células del lugar o “place cells” (en inglés) cuya identificación y estudio le valieron el premio Nobel de Medicina 2014 a John O’Keefe y a Edvard y May Britt Moser.

Aplicación a futuro

Sobre la aplicación de la investigación para futuras terapias médicas, Belluscio asevera que “los resultados de este trabajo pueden mejorar la comprensión de las fallas de memoria en múltiples enfermedades neurodegenerativas u otro tipo de déficits de memoria relacionados al envejecimiento”.  Y continúa: “Uno puede pensar que los déficits de memoria pueden tener que ver con una falla en el almacenamiento de una experiencia en el cerebro o en los procesos que mantienen estable ese almacenamiento, pero también podrían tener que ver con fallas en la recuperación de la memoria”. En esa línea, apunta: “La información que revela nuestro estudio podría ser útil para explorar estrategias para preservar o mejorar la salud del cerebro. Por otro lado, el estudio de los mecanismos biológicos de la evocación de memorias, podría llevar a desarrollar tratamientos específicos, como por ejemplo, para modular la función del glutamato y así mejorar la recuperación de información almacenada.”

Pedro Bekinschtein (izq.), Magdalena Miranda, Azul Silva y Mariano Belluscio. (Conicet)

 

Del estudio también participaron Facundo Morici, del INCyT, y Marcos Antonio Coletti, del IFIBIO Houssay.

 

(DIB)