Un trabajo de la Fauba descubrió cuatro especies del subgénero Chrysosarus, perteneciente al género Megachile.
En nuestro país existen casi 1.200 especies de abejas y a partir de un relevamiento efectuado en distintas provincias por la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), a este listado se sumarán cuatro nuevas especies.
En concreto, pertenecen al subgénero Chrysosarus, perteneciente al género Megachile y se distinguen por tener bordes filosos en las mandíbulas, una característica muy poco frecuente en ese subgénero.
En nuestro país existen casi 1.200 especies de abejas y a partir de un relevamiento efectuado en distintas provincias por la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), a este listado se sumarán cuatro nuevas especies.
En concreto, pertenecen al subgénero Chrysosarus, perteneciente al género Megachile y se distinguen por tener bordes filosos en las mandíbulas, una característica muy poco frecuente en ese subgénero.
“El estudio amplía el conocimiento sobre las abejas en nuestro país y destaca la importancia de conservar y fomentar las poblaciones silvestres de estos insectos como polinizadores de cultivos”, señalaron los investigadores.
LAS NUEVAS ABEJAS “ARGENTINAS”
Juan Pablo Torretta, docente de la cátedra de Botánica General de la Fauba, explicó que un detalle característico de las hembras de esta subespecie es que no poseen filos cortantes entre algunos dientes de sus mandíbulas.
“Analizando distintas especies de la Argentina, encontramos ocho que sí tenían esos filos. Las estudiamos y descubrimos que cuatro de ellas son nuevas para la ciencia”, comentó Torretta
EL ORIGEN DE LOS NOMBRES
Las nuevas especies fueron denominadas Megachile basimacula, M. platensis, M. simpliciclypeata y M. sancticlaudii. Además de poseer los mencionados bordes cortantes, todas comparten rasgos como ser solitarias y construir sus nidos con pétalos y barro.
“A cada celdilla de cría le dan forma de ‘barrilito’, y para eso, las hembras recortan trocitos ovalados y redondeados de pétalos usando esos bordes filosos en las mandíbulas”, señaló el investigador.
La descripción de estas abejas fue publicada en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, en coautoría con Arturo Roig-Alsina, profesional de esa institución.
Torreta recordó en que se basó para denominar a una de las cuatro especies que descubrió. “Hace como 20 años que con mi grupo llevamos adelante proyectos de investigación en la Estancia San Claudio, un campo de la Facultad ubicado en Carlos Casares, en la provincia de Buenos Aires. Como agradecimiento a esta estancia, a una de las especies nuevas la llamamos Megachile sancticlaudii”, explicó.
POTENCIAR A LAS ABEJAS SILVESTRES
El grupo de trabajo en donde participa Torreta estudia a las abejas en agroecosistemas. De este modo, buscan determinar cuáles hay, cómo son sus ciclos de vida, qué comen y con qué alimentan a sus crías.
“En esta línea, una idea que tenemos es encontrar o manejar especies silvestres que sirvan como polinizadoras de algún cultivo o de plantas en general”, remarcó.
Y agregó: “En general, los cultivos de la Región Pampeana no dependen de polinizadores, y si dependen de alguno, es de abejas manejadas, como la abeja de la miel. Sin embargo, en San Claudio encontramos otra especie de Megachile que utiliza principalmente polen de leguminosas. La estamos estudiando y creemos que podría llegar a ser una buena polinizadora de alfalfa”.
El especialista destacó que en Argentina, históricamente se usó a Megachile rotundata con este fin, pero al tratarse de una especie exótica, está prohibido importarla. “A mi entender, esta prohibición es correcta ya que introducir abejas exóticas es una de las causas por las que disminuye la diversidad de abejas nativas en distintas partes del mundo”, recalcó.
En este sentido, recomendó que se debe favorecer el crecimiento en tamaño de las poblaciones silvestres de abejas. Con este fin, se debe cambiar la forma de hacer agricultura: implementar rotaciones diversas, enriquecer la flora de los bordes de cultivos —especialmente la nativa— y usar menos pesticidas, entre otras cosas.
“La cuestión es mejorar la calidad de vida de las abejas y también la nuestra. Me parece que estamos en un momento pivot y tenemos que pensar de acá para adelante nuevas y mejores alternativas para todos”, concluyó.