En las costas de Necochea, un grupo de estudiantes de paleontología desenterraron un cráneo de un toxodonte, una criatura que vagó por estas tierras hace unos 30 mil años.
Pero el descubrimiento también reveló un sistema de paleo-cuevas que albergaba a los perezosos terrestres y los armadillos gigantes.
Estas cuevas, ofrecen una visión única de la forma en que estas criaturas creaban auténticas ciudades subterráneas. Las marcas de garras en las paredes de estas estructuras subterráneas se conservan de manera excepcional, lo que arroja luz sobre la ingeniería de la megafauna prehistórica. Las dimensiones de estos túneles, que oscilan entre 0.8 y 1 metro de diámetro, figuran entre las trazas fósiles más grandes jamás registradas en la historia de nuestro planeta.
El equipo de exploración detrás de estos emocionantes descubrimientos está compuesto por aproximadamente treinta estudiantes del Instituto Superior de Formación Técnica N° 194 de Miramar. Esta expedición educativa se extendió a lo largo de tres días.
El cráneo del toxodonte, descubierto en los acantilados de Quequén, se erige como un testimonio excepcional de la megafauna prehistórica. Estos gigantes extintos, que vagaban por Sudamérica, poseían una apariencia que desafía la imaginación, evocando reminiscencias de animales modernos como el hipopótamo y el rinoceronte. Matías Taglioretti, el paleontólogo líder de la expedición, describió al toxodonte como "una linda pieza de museo", lo que resalta su singularidad en el mundo de la paleontología.