En el fútbol nuevejuliense, en pleno receso de invierno, y mientras los equipos se preparan para una nueva temporada desde el mes de septiembre, una noticia enlutó la redonda y su historia, con el triste fallecimiento de un maestro de este deporte: Juan Angel "Coto" Maldonado.
Perteneciente a una tradicional familia nuevejuliense, hermano del ex piloto Guillermo "Yoyo" Maldonado; productor agropecuario, padre de familia y vecino apreciado en la comunidad, Juan Angel Coto Maldonado, falleció esta tarde a los 73 años de edad.
Fue un hombre íntimamente ligado al fútbol, y especialmente a su amado Club Deportivo San Agustín -con quien se identificó permanentemente y fue uno de los jugadores emblema en sus tiempos de juventud-.
Posteriormente, ganó aún más respeto que el que había obtenido como habilidoso futbolista detrás de la línea de cal, siendo uno de los entrenadores que innovó y cambió la visión del fútbol local, especialmente en el propio cuadro "Granate", más allá de su paso siempre exitoso, basado en la formación y valorización de jugadores muy jóvenes, por otras instituciones.
"Yo nací es San Agustín y durante unos cuantos años jugué al fútbol. Comencé como arquero, luego de defensa, de lateral y volante central. Quieras o no, eso está guardado en vos. También influyó tener el respaldo de una dirigencia joven y el lineamiento de San Agustín que aún está muy dentro de mí. Mi idea es la de formar equipos y esto a la Comisión le gustó", comentaba "Coto" a Diario Tiempo en 2016, cuando volvió a dirigir a San Agustín por última vez.
El ejemplo y el legado de "Coto" al fútbol local siempre fue mucho más allá de los resultados y sus propias palabras lo explicaban perfectamente: "no llegamos a jugar finales ni campeonatos, si tuvimos una muy buena formación como hombres, grupo y de amigos. Más allá de los resultados San Agustín fue muy importante en mi vida y en los que me rodearon".
"Queremos volver a las raíces, generar jugadores que jueguen, se destaquen y permanezcan en el club como la gran familia que nunca dejamos de ser”, repetía también en el predio de San Agustín, con ese sentido de pertenencia que lo convirtió en referente, ejemplo e ídolo, más allá de logros o resultados; un ejemplo que se extendió a todo el fútbol nuevejuliense que hoy lamenta profundamente su partida.