Su caso es la muestra fiel de que el esfuerzo y el sacrificio tiene sus recompensas. Darío Giusepponi tiene 37 años, trabaja de lunes a sábados en la zona del Parque Independencia de Rosario como barrendero y hace muy poco se recibió de médico.
Acaba de egresar de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, piensa en seguir cardiología como especialidad y analiza su futuro como profesional de la salud. “El sueño está cumplido, o por lo menos la primera parte que era lo más difícil”, expresó.
“Medicina es una carrera bastante larga que tiene muchas horas de cursada y además de las horas de cursada tenés las horas de estudio, pero gracias a Dios yo trabajaba a la mañana, cursaba a la tarde y estudiaba a la noche”, relató.
Sin embargo, reconoció que hubo momentos en los que sus horarios se cruzaban: “Había veces que el cursado se me interponía con el trabajo o cuando tenía que rendir mesa de examen, que es solo a la mañana”.
Pero el barrendero no bajó los brazos y consiguió seguir estudiando, por lo que le agradeció al secretario general del Sindicato de Recolectores que lo ayudó: “Siempre me apoyó, me decía ‘no seas pavo, seguí estudiando’. He tenido ese apoyo que sé que otra gente no lo tiene en su trabajo”.
También recordó que su deseo de estudiar medicina comenzó en 2004, cuando terminó los estudios secundarios, pero que en ese momento la carrera tenía examen de ingreso y no logró entrar. “Después tuve que trabajar, pero en el 2011 dije ‘esto es lo que quiero para mi vida’”, explicó.
Darío hoy apuesta a especializarse en cardiología y analiza cómo será su futuro: ““Al 2023 lo veo medio complicado pero para bien; arranca un ciclo nuevo en mi vida después de tantos años de esfuerzo, porque estuve estudiando 11 años en la facultad, y ahora tengo que ver cómo sigue la historia: si en un hospital o en el gremio, donde también me dijeron de ir a la institución a trabajar, pero todavía no he hablado nada”.