En esta nota, todas las curiosidades de esta particular especie.
Según publicó recientemente CONICET, se encontró, por primera vez para Sudamérica, una especie de dinosaurio bípedo de la familia de los tireóforos en la localidad de Cerro Policía, Provincia de Río Negro. Denominado Jakapil kaniukura, el novedoso ejemplar recibió este nombre del lenguaje Mapuche-Puelche en tributo al habla de las culturas ancestrales y presentes del norte de la Patagonia.
Se trata de unos fósiles cuyos primeros restos se colectaron en 2014, y hasta 2020 el equipo de trabajo siguió obteniendo más huesos fosilizados para reconstruir su estructura. "Nos hallábamos buscando fósiles en el área y, como siempre, varios esqueletos maravillosos llamaban nuestra atención por lo que debimos dividir al equipo para preparar su extracción. Uno de los esqueletos mostraba dientes extraños, con pequeñas cúspides y en un bloque había aparecido una mandíbula de peculiares características", destaca Sebastián Apesteguía, investigador del CONICET en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y autor del trabajo.
Y continúa: "Por suerte, en nuestro equipo se encontraba Facundo Riguetti [primer autor del trabajo y becario doctoral del CONICET] quien se hallaba realizando su tesis sobre dinosaurios ornitisquios acorazados, un tema escasamente estudiado en la Argentina, y rápidamente reconoció que se trataba de uno de los materiales de su interés y a partir de ese momento comenzó el camino para identificar una especie completamente desconocida para mediados del Cretácico sudamericano".
La especie, explican, habitó el norte de la Patagonia hace casi cien millones de años (periodo Cretácico Tardío) y era un pequeño dinosaurio herbívoro y bípedo de brazos cortos, de un metro y medio de longitud y entre cuatro y siete kilogramos de peso.
Pertenece al grupo de los tireóforos o dinosaurios acorazados, cuyo rasgo más distintivo era la presencia de varias hileras de huesos dérmicos (asociados a la dermis de la piel) en forma de escudos que protegían el cuello, lomo y cola del animal, similar a lo que ocurre en los cocodrilos actuales.
"La armadura del cuello de este dinosaurio es particular y protegía esa zona delicada de los ataques de depredadores. Los huesos que se conservan de los brazos nos muestran que estos eran diminutos, algo que en el resto de los tireóforos, cuadrúpedos en su gran mayoría, no ocurre", detalla Apesteguía.
Los dientes también son muy raros, agrega, porque en general los dinosaurios herbívoros tienen dientes en forma de hoja, y son muy similares entre la mandíbula superior y la inferior, pero en Jakapil son diferentes. Además, tienen mucho desgaste, lo que sugiere que podían procesar el alimento más eficientemente que los otros tireóforos de su tipo.
Pero la característica más llamativa de ese animal, finaliza, es la cresta en la parte inferior de la mandíbula, desconocida para todos los otros tireóforos, y que es la que le da nombre a la especie (kaniukura en mapudungún, idioma mapuche, significa cresta de piedra). Si bien su función es desconocida por el momento, no parece estar relacionada con una mayor musculatura mandibular, lo que podría sugerir funciones más relacionadas con la exhibición.
"Jakapil es un pequeño y rarísimo dinosaurio, y evidentemente le gustaba transitar los ambientes desérticos. Es por eso que pudo preservarse y darse a conocer casi cien millones de años después. Para los argentinos y argentinas, Jakapil completa en una vasta sucesión de hallazgos, la última letra faltante para nuestro alfabeto de dinosaurios y podemos, por primera vez, mostrar un abecedario de dinosaurios que vivieron en la Argentina", concluye Apesteguía.