Desarrollado íntegramente en la provincia, es considerado un gran avance tecnológico. La idea fue del médico Fabián Cremaschi quien logró la validación del proyecto.
Fabián Cremaschi es Médico Neurocirujano, presidente de la Sociedad Argentina de Neuromodulación, Magister en Neurociencias, Magister en Investigación Clínica. Profesor y Especialista en Docencia Universitaria. Está diplomado en Educación en la Cultura Digital y en su carrera profesional cuenta con más de 100 ponencias en congresos nacionales e internacionales (Latinoamérica, Europa, EE.UU. y Japón), más de 200 conferencias dictadas en diversos cursos de Posgrado, en temas de Neurocirugía, Neurociencias Clínicas, Neurociencias Aplicadas a la Medicina, Tecnología, Abogacía, Economía y Lingüística.
Su presente lo encuentra celebrando un nuevo logro, que seguramente ya está en su extenso curriculum, pero –además- este proyecto es considerado un gran aporte a la medicina. Se trata de un simulador de realidad virtual para extraer muestras de tumores cerebrales.
“Todo trabajo científico parte de una investigación”, dice Cremaschi a Diario Salud como inicio para repasar la historia de cómo nació este proyecto.
Y se traslada a ese octubre del 2015: “Me habían convocado para una conferencia sobre errores, horrores y complicaciones de una técnica estereotáctica, que es muy complicada y que lleva muchos pasos secuenciales. Entonces, en ese momento surgió la pregunta si se podía educar para que los neurocirujanos en formación lograran reducir la curva de aprendizaje de una forma más segura”, comenta Cremaschi. “Es decir, trabajamos para ver si se podría desarrollar en Mendoza un simulador de realidad virtual con tecnología háptica, con tecnología que simula el tacto” agregó.
“En medicina, la curva de aprendizaje es cuando un médico o profesional comete errores y se evalúa en tiempo. En nuestra profesión es muy común que esa curva sea larga y empinada. Al practicar con un simulador, pensé, podemos reducir esa curva y ganar en tiempo, explica el neurólogo. Y también, sin dudas, reducir la neurofobia, que la sufren los estudiantes de medicina y está comprobado que – a nivel mundial- alcanza a un 50% de los alumnos, se trata del temor que le tienen a las cuestiones neurológica, al cerebro” advierte el experto.
Fue entonces luego de esa ponencia que el neurólogo regresó a Mendoza y comenzó a estudiar y leer sobre cómo la tecnología podía ayudar en esta área de la medicina. Con muy poca información, pero con la certeza y la claridad en lo que buscaba, comenzó a pensar en la metodología y en la elaboración del proyecto científico. Sabía que en el camino debía pasar por muchas estaciones en las que debía investigar, estudiar, obtener y evaluar los resultados.
Entonces emprendió viaje y con la pasión que pone en todo lo que hace en su profesión, también comprendió que necesitaba buscar la manera de financiar esta idea. Ese fue uno de los principales pasos para poder seguir, pero también se convirtió en su primer obstáculo.
Luego de tres años de buscar fuentes de financiación tanto en lo público como en lo privado, en el 2018 es donde puede comenzar a desarrollar el proyecto y -pone énfasis a la hora de reconocer- “estaré eternamente agradecido a las Secretarías de Internacionales, de Investigaciones y de Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo, porque pedimos el financiamiento a través de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Ciencia, Cultura y Tecnología de la Nación, y logramos conseguir los fondos para terminar el trabajo en el 2019”.
La historia se completa con 7 años que acusa el simulador: “Los últimos dos acarrearon una pandemia que detuvo toda actividad y no quedo otra que esperar”, indicó. Igualmente, el paso del tiempo también tiene sus beneficios, como fortalecer el concepto de la importancia de la tecnología aplicada a la ciencia y así llegó junio del 2022 cuando al preparar su tesis de la Maestría en investigación clínica eligió la presentación y validación de su proyecto.
El presente del simulador es que está plenamente funcionando y demuestra que el uso de estos simuladores les permite a cirujanos llegar mejor preparados a la sala de operaciones.
“Esto recién empieza -destacó el neurólogo- porque sabemos que estamos en el camino correcto. La simulación médica es una herramienta que está absolutamente validada y está demostrado que con esta tecnología se puede disminuir los errores y complicaciones”.
Los estudiantes de la Facultad de Medicina tienen en sus clases un simulador en realidad virtual como, en primera instancia, una herramienta para ganar tiempo y reducir la curva de aprendizaje.
Queda aún mucho por recorrer, aprender y conocer. Pero este proyecto, que comenzó con una idea y se transformó en un servicio es un buen punto de partida. Una clara muestra de innovación, de un paso en la Economía del conocimiento y que nació en la Facultad de Medicina de la UNCuyo, con profesionales locales que lograron formar un gran equipo -absolutamente preparado- para desarrollar y aplicar de manera eficiente la realidad virtual con un impacto positivo en la humanidad.