22 noviembre 2024

Carta de lector insta a la reflexión

Un vecino de nuestro medio resume en palabras una situación vivida en el cine, e invita a la reflexión de todos como sociedad.

Nos dirigimos al presente medio para hacer púbico un lamentable acto de discriminación sufrido el día Domingo 3 de Julio en TuCine 9 de Julio, y propiciado por quien se hizo llamar Gerente General del Lugar, alguien reconocido en los medios locales.

Hace 8 meses detectaron que nuestra hija de 4 años sufre de Celiaquía, una enfermedad que se caracteriza por la intolerancia permanente al gluten, y que requiere de extremos cuidados, no solo por el alimento que consuma sino, además, por el hecho que otros alimentos con trigo, avena, cebada o centeno pueden contaminar a aquellos que no lo posean. Los cuidados son extremos, y los que lo padecemos, ya sea en primera persona o a través de nuestros hijos, tratamos de tener hasta el más mínimo recaudo al momento de la comida, del aseo, entre otros.

El día domingo decidimos ir en familia a disfrutar de una película en el cine local, un plan muy divertido para los niños y para todos. Y que, sabiendo de la situación de nuestra hija, con el tiempo nos fuimos adaptando a prepararle su propia comida o adquirir productos SIN TACC, que, si bien no abundan, se consiguen, y que en nuestra ciudad hay muchos lugares que los venden.

Tenemos 2 hijas pequeñas, de las cuales una sola es celiaca. Al dirigirnos al lugar, sabiendo de la contaminación cruzada de los alimentos que se comercializan en el cine (Panchos, snacks, etc) decidimos, como solemos hacer, comprarle en un comercio unos pochoclos sin taac, para asegurarnos que consuma un alimento que pueda y que fundamentalmente no esté contaminado.

Sacamos nuestras 4 entradas, adquirimos otros productos del lugar para nuestra hija mayor que no es celíaca y para nosotros, y nos dirigimos al acceso a la sala para poder disfrutar de la película, cuando se desató la desagradable situación de discriminación por parte del personal del cine, la cual relatamos para dar a conocer la falta de sentido común y la poca sensibilidad humana que puede llegar a existir, y más aun tratándose de una nena de 4 años que tenía en su mano un simple paquete de pochoclos, y que está aprendiendo que son los únicos que puede comer para no descomponerse más tarde y para que no le duela “la pancita”, como siempre dice.

La persona que está dispuesta a cortar los tickets, detectó que nuestra pequeña llevaba en la mano un producto no adquirido en el lugar, y entendemos que, cumpliendo su deber, nos manifestó que no podíamos entrar al cine con productos de afuera. Le explicamos que nuestra hija era celiaca y que son los únicos que podía comer porque claramente los pochoclos que venden en el cine están o pueden estar contaminados por otros alimentos con Gluten. El señor, ante nuestro comentario, llamó a quien se presentó como el gerente general del lugar, y cuando esperamos una simple aprobación, éste insistió en que no se podía ingresar con alimentos de afuera. Le explicamos ahora a quien se entiende es “responsable” del lugar, que los alimentos que se venden ahí, por más que insista en que son sin tacc (los manipula la misma persona que manipula todos los alimentos, sin guantes y sin el mínimo cuidado), dada la contaminación nunca podrían ser aptos para el consumo de un celiaco, pero definitivamente el grado de ignorancia, necedad, irrespetuosidad y por supuesto falta de sensibilidad total, hizo que el hombre se mantenga en su postura y fundamente su actitud en las normas del lugar, las cuales, claramente desconoce.

Toda la situación se desató en presencia de nuestras hijas, y ante la mirada especialmente de la mas chiquita, que con su paquete de pochoclos sin tacc en la mano, no la querían dejar ingresar a ver la película.

La persona denunciada se ofreció a devolvernos el dinero de las entradas y de los productos adquiridos, con la idea firme de no dejarnos ingresar. Creemos que ante nuestro abrupto reclamo de que entre en razones de lo que estaba haciendo, y al encontrarse el lugar lleno de gente, dispuso “que solo por esta vez ingresemos” pero la próxima no nos iba a dejar pasar si íbamos con productos de afuera.

Los niños, como todos sabemos, perciben absolutamente todo, por lo cual, una vez adentro, las nenas se pusieron a llorar y querían retirarse del lugar, y de hecho, no pudieron disfrutar en absoluto del plan familiar, por la preocupación y la indignación, que a sus 4 y 7 años de edad, les generó la situación vivida.

Si esto nos hubiese sucedido a nosotros adultos, tal vez no estaríamos redactando la presente, pero lamentablemente le ocurrió a nuestra hija, y eso no lo podemos permitir.

Hay muchísimas formas de evitar esto y si simplemente el lugar ofrecería productos cerrados para estos casos particulares, claramente lo hubiésemos adquirido ahí, y esto no pasaba.

Pero lo grave de esto no es si existe o no una normativa, ordenanza, o lo que legalmente fuere, sino la insensibilidad de las personas y la falta de respeto hacia un niño con una enfermedad y hacia sus padres.

Hacemos lo posible para cuidarla, y para no privarla de nada, pero estas situaciones desagradables hacen que el camino se haga muy difícil, cuando realmente, no debería ser así.

Hace unos minutos, ya en casa, la nena de 4 años nos preguntó si ese hombre que estaba ahí parado “acaso no sabía” lo que era ser celiaca. Tuvimos que explicarle que no, que no sabía, pero que papá y mamá iban a hacer algo para que aprenda. La grandeza y la inocencia de un niño, contra la pequeñez y la inmadurez de un adulto.

Deseamos de corazón que nadie viva la situación desagradable que hoy nos tocó vivir a nosotros, y qué esto sirva de algo para todos los que lo leen.

Gracias por escucharnos.

 

Martín Bisutti  - DNI 33.024.745