A pesar de la liquidación récord del campo, el gabinete económico apunta a que se acelere la comercialización en las próximas semanas. Estiman que en los silos queda oleaginosa valuada en u$s2.500 millones.
A pesar de que la liquidación de las empresas agroexportadoras alcanza en lo que va del año el récord histórico de más de u$s15.000 millones y solo en las dos primeras semanas de junio el campo aportó poco más de u$s2.000 millones, el Gobierno necesita un mayor ingreso de dólares genuinos a la economía, ante la constante demanda de los sectores importadores, y sobre todo para el pago de importación de energía. En este marco, el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, adelantó durante este fin de semana que el gabinete económico de Alberto Fernández busca mecanismos para incentivar a los productores a vender más soja durante las próximas semanas.
La estadística oficial da cuenta que hasta el momento los agricultores vendieron un total de 17,9 millones de toneladas, pero todavía quedan por vender unas 25,4 millones de toneladas de una cosecha estimada en 43,3 millones. Más concretamente, según las estimaciones del Gobierno hay un retraso equivalente a u$s2.500 millones en soja. "Vamos a buscar mecanismos para que los productores encuentren una vía que les sea conveniente para liquidar sus tenencias. Ellos tienen que pagar costos de cosecha, de la siembra, impuestos, así que esos u$u 2.500 millones van a ingresar”, adelantó Pesce.
Lo cierto es que el Gobierno se enfrenta a una encrucijada, porque mientras evalúa como restringir las demandas de dólares de diversos sectores importadores, también debe hacerle frente a fuertes pagos de energía, en un marco en el que se esperaba que a partir de la cosecha de soja lograría acumular reservas para cumplir con una de las pautas fijadas con el FMI. La guerra entre Rusia y Ucrania cambió todo el panorama y es por eso que hoy la economía argentina no solo no puede sumar reservas sino que también debe pagar altos precios para importar energía.
En la vereda de enfrente los productores agropecuarios remarcan que el tipo de cambio oficial está muy atrasado respecto a la inflación y la brecha con los tipos de cambio paralelos le quitan rentabilidad a un negocio que ya paga 33% de retenciones a las exportaciones. Es por ello que si bien las ventas de soja siguen activas, están algo demoradas respecto a campañas anteriores. Durante la primera semana del mes se comercializaron 578.000 tonelada, lo que marca una retracción de 208.000 toneladas en comparación con los siete días previos. De esa manera, la venta permanece atrasada en más de 9 puntos porcentuales respecto al ritmo de la campaña previa.
Tradicionalmente la soja es el refugio de valor para los productores agropecuarios en medio de la incertidumbre económica, es decir venden lo que necesitan para financiarse y si tienen oportunidad conservan una mínima parte de la cosecha para liquidarla cuando sus requerimientos financieros lo demanden. En el intermedio se fondean con el maíz y el trigo. Este escenario no sería el óptimo para el Gobierno que necesita que en las próximas semanas las empresas agroexportadores continúen ingresando dólares en el mercado de cambios local.
Un claro ejemplo de la necesidad que tiene hoy el Gobierno de los dólares del campo fue lo que sucedió en la jornada del jueves pasado cuando el Banco Central tuvo que vender u$s200 millones, de los cuales u$s180 millones fueron por el pago de importación de energía y combustibles. Como antecedente el día previo las empresas agroexportadoras habían liquidado apenas poco más de u$s90 millones y ese mismo jueves unos u$s100 millones.
Así es que cuando retacean los dólares del campo, el BCRA en seguida no solo que no acumula reservas sino que las pierde, por eso la mirada del oficialismo está puesta en que se aceleren las ventas de soja. Se habla de “mecanismos” o “incentivo” pero en rigor de la verdad todavía el equipo económico no terminó de definir como sería el plan.
Los antecedentes son poco auspiciosos, en octubre de 2020, en plena pandemia y cuando el Gobierno también necesitaba que entren más dólares del campo, el ministro Martín Guzmán, dispuso una baja temporal de las retenciones a la soja hasta diciembre. En la práctica la medida tuvo muy poco efecto ya que las ventas de soja lejos estuvieron de acelerarse, también es cierto que en aquel momento la oleaginosa no ostentaba los actuales precios internacionales que la posicionan por arriba de los u$s600 por tonelada.
De cualquier manera, en el oficialismo dejan trascender que en las próximas semanas habrá novedades, en primer lugar en cuanto a ponerle un tope a los sectores importadores y en segundo con medidas orientadas para que los productores se desprendan de esa soja valuada en u$s2.500 millones que el Gobierno tanto necesita.