Esto evita que la orina y las heces de los animales se acumulen y propaguen impidiendo que se genere amoníaco, un gas que logra filtrarse en el suelo y con ayuda de los microbios se convierte en óxido nitroso, que es el tercer gas de efecto invernadero más contaminante del mundo.
Jan Langbein, es un psicólogo de animales del FBN y uno de los autores del estudio, explicó que “se asume que el ganado no es capaz de controlar la defecación o la micción, pero como muchos otros animales, es bastante inteligente y puede aprender mucho”:
Enseñándoles desde terneros
El entrenamiento “MooLoo”, fue creado por los investigadores para enseñarles a los terneros donde tenían que hacer sus necesidades.
Este proceso consiste en recompensar al ganado cuando lograban orinar en sus letrinas haciendo que asocien con una experiencia desagradable hacerlo fuera de ellas.
“Como castigo, al principio utilizamos unos auriculares en el oído y reprodujimos un sonido muy desagradable cada vez que orinaban fuera. Pensamos que esto castigaría a los animales, no de forma demasiado aversiva, pero no les importaba. Al final, un chorrito de agua funcionó bien como disuasión suave“, expone Langbein.
En pocas semanas, los científicos lograron entrenar a 11 de 16 terneras de la granja, mostrando un rendimiento superior al de los niños muy pequeños.
El psicólogo de animales del FBN espera que el resultado de estos estudios se puedan ir replicando en granjas reales y que “en unos años todas las vacas vayan al baño”, concluyó.