En Argentina todavía no salieron en escena, pero ya hay bodegas listas para salir a explorar la respuesta de los consumidores en las góndolas y en las vinotecas.
Domingo, 3 de noviembre de 2019.
La caída sostenida del consumo de vino en país puso a trabajar el think tank de las bodegas en nuevas líneas de desarrollo para tentar a nuevos consumidores o llegar a otras situaciones de consumo. Y entre las apuestas más novedades del mercado las latas de vino asoman como el próximo hit de las góndolas.
Al menos a la fecha tenemos noticias de cuatro bodegas que ya están enlatando vinos en diversos formatos. Y, a juzgar por la apuesta que realizara Ball Corporation, la empresa que desarrolla las latas en nuestro mercado, el terreno se muestra fértil.
Hugo Magalhães, Marketing y Nuevos Negocios de Ball para Sudamérica, sostiene que “el vino en lata abre nuevas posibilidades de expansión del consumo en el mercado y reducción del impacto medioambiental. Evidencia de ello es el crecimiento que se observa de esta categoría a un ritmo del 50% en Europa y Estados Unidos, lo cual representa una de las mayores expansiones de la industria vitivinícola.”
Recuperar el consumo
Como toda tierra baldía, los espacios que deja la caída del consumo –actualmente está en unos 18,9 litros per cápita, cuando el techo histórico fueron 93 en 1970– deja margen para la creación y el riesgo en el mercado. Así, entre las muchas innovaciones que se aprestaron, la lata figura como uno de los más prometedores.
Al menos piensan en Finca Las Moras, unas de las primeras en lanzar vinos en este formato con una marca rupturista como DADA. Una de las bodegas que más factura en la Argentina, hace punta con este desarrollo para sus DADÁ 7.
Según el director de enología del Grupo Peñaflor, Daniel Pi, “mientras que el INV autorizó el envase de manera provisoria hace cosa de tres semanas, nosotros nos alistamos a sacar este producto este mes”.
En la carrera por llegar primero a la góndola, se alistaron también Familia Zuccardi, Estancia Mendoza y Bodega Bianchi, mientras que en otras casas el tema está en franco estudio.
Ventajas de la lata
El primero vino en lata de Latinoamérica fue lanzado por Santa Rita en Chile y Vivant, en Brasil, ambos de la mano de Ball. Sin embargo, ya hay un gran movimiento de nuevos proyectos en alianza con las mayores vitivinícolas de Chile, Argentina y Brasil.
El asunto con la lata en nuestro país es que el envase no estaba autorizado, como tampoco lo estaba el Keg para despacho de vino tirado (ver aparte). Ambas innovaciones suponen una respuesta formal al dilema de la caída de consumo, que habrá que ver si alcanzan a mejorar.
Pero más allá del resultado, la lata presenta varias ventajas. La primera de ellas es la individualidad. Mientras que el vino se despacha en botellas de 750, la lata de 269 cm3 y variantes supone la posibilidad de consumir una medida por persona.
Asimismo, la lata se enfría rápido y es totalmente reciclable como inocua para el vino. Sin embargo, la idea de un producto gasificado o con gas natural es la que mejor se ajusta este formato. No en vano los DADÁ recién lanzados son espumosos, como lo serán frizzantes New Age de Bodega Bianchi. Sin embargo, el gas no es limitante, como lo demuestran Dilema Rosé y Blanco Dulce lanzados por estancia Mendoza, o el flamante Santa Julia Dulce Natural de Familia Zuccardi.
Nuevas situaciones de consumo
Por su parte, Casarena enlata un tinto llamado Bodini para el mercado norteamericano, siguiendo la tradición establecida hace más de una década por Iron Wine, la primera lata exportada a ese mercado. El gerente general de Casarena, Martín Pérez Cambet, explica que “en EE.UU. funciona bien porque la gente está más abierta a estas cosas. Pero fundamentalmente, porque esta prohibido llevar vidrio a la playas, campings, eventos deportivos, recitales. Ahí es donde el vino perdía, hasta el desarrollo de las latas”.
Hasta ahora sabemos de varias bodegas más que están detrás de este desarrollo. Pero como queda claro por los vinos que lideran esta innovación, se trata de productos enfocados en público joven que toma el vino como una bebida refrescante y de after o noche, antes que un producto alimenticio. Quizás ahí esté la clave del futuro para el vino: entender que esta bebida tiene distintos escenarios y que, el formato de consumo, es parte de esos escenarios.
Por lo que se ve, la lata llegó para quedarse.
Ahora también en el Valle
Hasta ahora se hicieron pocas experiencias en Argentina con vinos servidos desde canillas –el formato está aprobado desde fines de 2018– porque el retorno de los barriles vacíos a las bodegas es prohibitivo en términos de mercado para un país grande como el nuestro. Por eso, en Mendoza el formato crece, como ahora también se instala en el Alto Valle de la mano de Gerome Marteau, la primera bodega de la región en trabajar vino tirado.