Más gaseosa, más posibilidades de morir temprano. La vinculación fue corroborada por un estudio europeo que comenzó hace 20 años y realizó un seguimiento sobre 450.000 personas.
Viernes, 6 de septiembre de 2019.
En un nueva investigación llevada a cabo en Europa, la mayor hasta la fecha sobre el tema, se llegó a la conclusión que hay una relación directa entre un mayor consumo de gaseosas y una mayor mortalidad prematura.
El estudio incluyó la participación de medio centenar de científicos y comprendió el seguimiento de 452.000 personas, las cuales fueron reclutadas en la década de 1990 en una decena de países europeos. Los resultados mostraron que las personas que beben dos vasos diarios de refresco, aproximadamente medio litro, presentan un riesgo de muerte prematura un 17% mayor que los consumidores ocasionales, quienes toman un cuarto de litro al mes. “Hemos observado la asociación tanto en las bebidas azucaradas como en las que tienen edulcorantes artificiales, pero no podemos saber si el consumo de refrescos light aumenta la mortalidad prematura”, contó la epidemióloga española Dora Romaguera, coautora del estudio.
Curiosamente, el consumo de refrescos con azúcar aparece vinculado a un riesgo de muerte prematura un 8% mayor, mientras que las bebidas con edulcorantes artificiales se asocian a un aumento del riesgo del 26%. “No podemos descartar que el efecto observado se deba a un factor de confusión. Hacen falta más investigaciones”, advirtió la especialista, quien se desempeña en la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears, en Palma de Mallorca.
El estudio prospectivo europeo sobre dieta, cáncer y salud (bautizado EPIC, por sus siglas en inglés) comenzó en 1992 en Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. A cada participante, con una media de 50 años, se le tomó una muestra de sangre y se le hizo rellenar un cuestionario sobre su estilo de vida. Un posible factor de confusión es que los participantes consumieran refrescos light como respuesta a problemas de salud previos. “Esto podría explicar parte de los resultados, pero no todos”, opinó el coordinador Antonio Agudo. Los investigadores intentaron minimizar este posible factor de confusión excluyendo de los análisis a las personas que declararon padecer alguna enfermedad grave o que murieron en los primeros 8 años del seguimiento.