La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria da algunos consejos prácticos para evitar esta enfermedad
Miércoles 5 de junio de 2019.
La neumonía es la principal causa de muerte de origen infeccioso en países occidentales, con una tasa de mortalidad que no ha disminuido significativamente en los últimos 40 años. Los grupos de mayor riesgo son los niños pequeños y los adultos mayores y la Organización Mundial de la Salud afirma que es responsable del 15% de todas las defunciones de menores de 5 años 5.
Adoptar un estilo de vida saludable, y adherir a las normas de prevención establecidas ayuda a salvar vidas.
¿Qué es la Neumonía?
La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones. Éstos están formados por pequeños sacos, llamados alvéolos, que —en las personas sanas— se llenan de aire al respirar. Los alvéolos de los enfermos de neumonía están llenos de secreciones purulentas y líquido, lo que hace dolorosa la respiración y limita la absorción de oxígeno. Esta enfermedad puede ser causada por virus, bacterias, hongos o parásitos.
¿Cómo se contagia?
La neumonía puede propagarse por diversas vías. Los virus y bacterias presentes comúnmente en la nariz o garganta pueden infectar los pulmones al aspirarse. También pueden propagarse por vía aérea, en las microgotas producidas con la tos o estornudos (vía inhalatoria).
¿Quiénes están más expuestos?
- Niños pequeños.
- Adultos mayores de 65 años.
- Fumadores.
- Pacientes con enfermedades crónicas respiratorias, cardíacas, hepáticas, renales y con alteraciones funcionales del bazo o su extirpación quirúrgica.
- Diabéticos.
- Inmucomprometidos por causas varias.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Dificultad para respirar, escalofríos, fiebre y sudoración, dolor en el tórax, frecuentemente en “puntada de costado”, tos (con flema o seca).
¿Todos los pacientes deben internarse?
Las personas que presentan los síntomas antes citados deben consultar con su médico a la brevedad posible quien, luego de examinarlos, les solicitará una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico.
Pacientes leves: La mayoría de los pacientes, con formas leves de la enfermedad, jóvenes y sin enfermedades asociadas pueden ser tratados en forma ambulatoria con antibióticos por vía oral, ocasionalmente intramuscular, reposo, antitérmicos e hidratación adecuada.
Pacientes graves: Los pacientes con cuadros graves suelen requerir internación, alteraciones tales como deterioro de la conciencia, deshidratación severa, hipotensión arterial, dificultad para respirar o falta de aire, mayores de 65 años o personas con enfermedades concomitantes pasibles de descompensarse son quienes más frecuentemente son ingresadas a los centros asistenciales para recibir tratamiento de mayor complejidad. Los cuadros más severos pueden requerir internación en unidades de cuidados críticos y ventilación mecánica con aumento importante de la mortalidad.
Recomendaciones para prevenirla
- Lavarse las manos frecuentemente.
- Desechar adecuadamente los pañuelos.
- Cubrirse la boca y la nariz cuando tose o estornuda.
- No Fumar, evitar el hacinamiento y la calefacción a leña, ventilar frecuentemente la vivienda.
- En niños: Sostener la lactancia materna, al menos hasta que el bebé cumpla los 6 meses y tener al día el calendario de vacunación para reducir las complicaciones en la salud y la mortalidad por infecciones respiratorias.
- Vacunarse: Los grupos considerados con mayor riesgo de contraer cuadros graves por influenza o neumonía, deben recibir la vacunación anual contra la gripe y la vacuna antineumocócica, ambas incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación y gratuitas en todos los centros de vacunación y hospitales públicos del país.
Asesoró: Dr. Ariel Manti (MN 82624), Miembro de la Sección Infecciones Pulmonares de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.