En los últimos años, no solo fueron cambiando los hábitos de consumo. También, comenzó a crearse más conciencia alrededor de algunas enfermedades, como la celiaquía o la hipertensión. Y la industria de bebidas y alimentos tomó nota de ello.
Domingo 12 de mayo de 2019.
Desde productos orgánicos, hasta alternativas vegetarianas, pasando por alimentos y aguas con bajo sodio o productos sin trigo, avena, cebada o centeno (TACC), son algunas de las tantas opciones que hay hoy disponibles tanto en la Argentina como en los mercados internacionales.
Y la industria vitivinícola no es la excepción. Por el contrario: en los últimos años han proliferado bodegas que producen vinos sin el agregado de químicos, como sulfitos, y elaborados a partir de uvas sin uso de pesticidas.
Un vino es apto para veganos cuando en su proceso de elaboración no se ha usado ningún componente que sea de origen animal.
Pero, ¿cómo es esto? ¿Acaso el vino no está elaborado únicamente a partir de la interacción de las uvas con las levaduras? ¿Hay entonces algún insumo de origen animal?
Sí, aunque cada vez están menos difundidos. Sucede que en el proceso de elaboración, a la hora de clarificar los vinos, en el pasado se utilizaba la ictiocola, un derivado del pescado, o incluso sangre.
Más cerca en el tiempo, hay bodegas que todavía usan el caseinato, un derivado lácteo, o la ovoalbúmina, proveniente del huevo, según detalla la experta.
Es decir que, en todos estos casos, los vinos no serían aptos para veganos.
Ahora bien, si no se pueden utilizar productos de origen animal, ¿qué alternativas hay? Existe la bentonita, una arcilla que se usa principalmente para blancos pero que también se ha difundido en la elaboración de tintos.
Además hay empresas de insumos que ofrecen otras alternativas de clarificantes que provienen del reino vegetal, como por ejemplo la papa.
Respecto de los vinos aptos para celíacos, en 2018 el Instituto Nacional de Vitivinicultura dictó la resolución con los requisitos que deben cumplir las bodegas que deseen colocar las leyendas "Libre de Gluten" y "Sin T.A.C.C." en las etiquetas.
Esta certificación no solo asegura que no se usan compuestos libres de gluten en la bodega, sino que también garantiza que no existe la posibilidad de una contaminación cruzada, por ejemplo, en donde se elaboran insumos y también se produce algo con gluten.
Así que, cuando veas un vino con algunos de estos sellos, ya sabés a qué se debe: organolépticamente es como cualquier otro vino pero el sello simplemente te garantiza que no se utilizó ningún insumo de origen animal (para los veganos) o que no hubo contaminación con productos con TACC (para los celíacos).