Domingo 8 de abril de 2018.
La Sociedad Argentina de Apicultores le dijo al ministro de Agroindustria "las abejas están desapareciendo" porque "el campo se sumergió en venenos".
El ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, y la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) protagonizaron un fuerte cruce la semana pasada con motivo de la masiva muerte de abejas que se registró en Córdoba.
El intercambio de opiniones se dio en el marco de la reunión del Consejo Nacional Apícola, que se realizó el pasado 27 de marzo en la sede porteña del Ministerio, y donde un miembro de SADA le manifestó a Etchevehere la “crítica situación” del sector, que pierde anualmente apicultores y colmenas a causa del “progresivo deterioro ambiental por la pérdida de biodiversidad, como resultado de la política agrícola intensiva vinculada al uso de agroquímicos“.
El ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere visitó a productores afectados por la sequía en Santa Fe y prometió ayudas para el sector.
“¿Cómo piensan convivir con eso? Porque el modelo no va a cambiar”, disparó el ministro en pleno debate.
Días después, la asociación decidió emitir un comunicado con una dura respuesta, en la que afirmó que “las abejas están desapareciendo” porque “el campo se volvió marrón y se sumergió en venenos, que hoy la hipocresía de muchos llama productos fitosanitarios“.
Además, consideró que la respuesta de Etchevehere “lleva ínsito el desprecio y desconocimiento” de la actividad.
A continuación, reproducimos la 1° Declaración del Consejo Federal de la Sociedad Argentina de Apicultores
“Las abejas están desapareciendo. Porque están desapareciendo sus montes, sus bosques, sus flores.Los apicultores están desapareciendo, y pocos jóvenes se acercan ya a la apicultura, porque han desaparecido las chacras, las flores, y el campo se volvió marrón y se sumergió en venenos, que hoy la hipocresía de muchos, llama productos fitosanitarios.
Las variedades de semillas que hacen a la identidad de la tierra, y a la fortaleza de sus ecosistemas, desaparecen en manos de la ingeniería genética y de los químicos, que eliminan aquellas que el mercado no puede visualizar como ganancia. Eso se llama pérdida de diversidad biológica. Las abejas no tienen comida saludable, la que hay es poca, sin variedad y en la mayoría de los casos contaminada con “fitosanitarios”.
Con las abejas desaparecen además el resto de los polinizadores silvestres, y con ello buena parte de las frutas y verduras que comemos, así como las que alimentan a nuestros animales.