Jueves 27 de julio de 2017.
El bar del aeropuerto de San Fernando era un ir y venir constante de familiares que se abrazaban y se de daban ánimos. Desde allí, hace cuatro días -se cumplirá ese tiempo en el transcurso de hoy- salen los aviones y helicópteros que buscan por aire, agua y tierra a los tres tripulantes de la avioneta desaparecida, un enigma que no para de crecer desde el minuto cero del extravío.
Entre tanto misterio, una de las hipótesis centrales que investiga la jueza Sandra Arroyo Salgado, según pudo saber Clarín, señala la posibilidad de que un cuarto pasajero no declarado haya subido al avión antes del despegue. Y que habría embarcado sin ser regristrado por la única zona del aeropuerto que no tiene cámaras de seguridad.Esto alienta otra hipótesis: que las señales hubiesen sido apagadas de manera intencional para desviar la nave hacia un destino incierto. Son varias las hipótesis que se manejan. Una de ellas es la que le contaron fuentes oficiales y se trata de la posibilidad de que justo antes de que la avioneta despegara, un cuarto tripulante accediera a ella en una zona del aeropuerto de San Fernando en las que las cámaras de seguridad no tienen alcance, con la intención de sacar a esa persona del país. Eso es lo que aumenta la sospecha sobre la posibilidad de que los pilotos apagaran las señales de la aeronave para no ser descubiertos.Pero todo está en terreno de especulación.
La otra hipótesis, claro, es que la avioneta se estrelló y que no se encendieron las alarmas por un hecho que todavía no descubrieron y que mantiene el misterio. Es que el avión Mitsubishi con matrícula LV MCV desapareció a las 14.40 del lunes, cinco minutos después de despegar, tras una comunicación con la torre de control del aeropuerto de San Fernando, cuyo contenido trascendió y agregó más incertidumbre. El controlador, en al menos dos oportunidades, le reportó a la avioneta antes de perderle rastro que su posición no figuraba en el radar ni estaba identificado. Las estrictas normas aeronáuticas obligan a todas las aeronaves a estar identificadas con un registro, algo que no ocurrió por motivos desconocidos. El controlador le ordenó al piloto antes de perder contacto que -ante las irregularidades del vuelo- mantuviera una altitud determinada para evitar poner en riesgo a otros aviones.
Se supo que la aeronave superó ese límite de altura y eso para los pilotos es clave: “Subió muy por encima de su altura autorizada y eso para nosotros es sagrado. Creo que por la desaparición abrupta que no comunicó nada tuvo un problema serio y ahora está bajo el agua. Por eso no lo ven”, opinó Rogelio Cirigliano, ex piloto de Aerolíneas Argentinas. Fue en ese momento, poco después del despegue, que se interrumpió la comunicación y ya nunca se reestableció. Antes del silencio no hubo reporte de emergencia alguna. La torre de control de San Fernando comenzó a comunicarse con otros aviones que estaban por la zona: al menos uno de una línea comercial -según los audios trascendidos- lo ubicó, pero a una altitud diferente de la que le había ordenado el controlador. “No hicieron caso. No sé por qué”, dijo el operador que mantuvo ese diálogo, según pudo confirmar Clarín.
Ayer los equipos de rescate rastrillaron la zona del Delta (donde se pierde la comunicación) y en especial la región del Paraná de las Palmas (cerca de Zárate) donde un vecino alertó que vio cómo un avión volaba muy cerca del suelo. Es un territorio de aguas con fuertes corrientes e islas con frondosa vegetación. Hasta allí fueron desplegados ocho helicópteros -algunos con láser especial que puede atravesar las zonas más boscosas, vehículos terrestres, botes semirrígidos y nadadores de rescate.
Fuente Clarín