Jueves 11 de mayo de 2017.
Según relata el medio colega "Bragado Informa", días atrás, un adulto mayor que viajaba en un micro de larga distancia de la firma Plusmar junto a su mujer, se masturbó durante un viaje mirando siempre hacia atrás a una joven de la vecina ciudad, llamada Lucía, que lo filmó con su celular y lo "escrachó" en Facebook, con la intención de que todos conocieran la desagradable situación que le había tocado vivir y "viralizar" el rostro del individuo para que sea fácilmente reconocido.
Según se relata, esta persona, que viajaba en una fila de asientos más adelante y del lado contrario al de la joven, aprovechando que su mujer se había dormido, giró su cabeza hacia el asiento en que el que se encontraba la
chica y se masturbó.
Alertada por la incómoda situación, la chica comentó lo que estaba sucediendo al pasajero que viajaba a su lado, quien increpó al hombre, quien no obstante no respondió.
Pero su compañero de asiento se durmió y otra vez el hombre comenzó a mirarla y masturbarse, hasta que finalmente se bajó impunemente en Saladillo.
La joven hizo pública la situación en su cuenta de Facebook, con video incluido, pero no soportó los
comentarios y lo eliminó.
Después, indignada, envió el video al sitio local ABC Saladillo, quien dio a conocer la imagen.
"Yo no tenía un escote ni un short", contó Lucía al medio. Y luego finalizó: "Y sin embargo, estaría en todo mi
derecho de vestirme así".
La situación descripta, más allá de lo desagradable, pone en evidencia una situación de violencia que se encuentra latente en las redes sociales, y por ende en la sociedad, ya que son un fiel reflejo de las actitudes que se observan a diario y que solemos dejar pasar desapercibidas.
El ahora llamado "cyber bulling" es una problemática en sí misma, muy amplia y difícil de superar, sobre la que incluso los propios investigadores y sociólogos no tienen certeza cierta de la dimensión de su impacto en las personas.
En este caso, la joven pasó de víctima a victimaria, siendo objeto de todo tipo de comentarios respecto de su conducta, su vestimenta, su reacción ante la situación que le había tocado vivir, e incluso su vida privada, en algunos casos por parte de personas que ni siquiera la conocen.
Vale en este sentido, recordar también el reciente ejemplo de "Anto" o Antonieta, la joven con un pequeño retraso que se hizo "viral" días atrás, cuando se filmó en una pileta y debió sufrir un acoso mediático y todo tipo de burlas verdaderamente inaceptables.
A ello se suma también el episodio registrado semanas atrás en nuestra ciudad, de público conocimiento, con la acusación a un vecino sobre la que no existió delito alguno.
En todos los casos, puede coincidirse finalmente en los riesgos del "efecto boomerang" que pueden tener las redes sociales, ya no como caja de resonancia de una sociedad enferma, sino como un malicioso amplificador de nuestras miserias, capaz de llevarlas a límites insospechados, bajos, lamentables.
Un freno al uso de las redes; una reflexión al respecto, es necesaria de manera inmediata. Tanto para quienes buscan Justicia a través de las mismas y olvidan los canales adecuados para conseguirla, como quienes la piensan como un simple entretenimiento sin medir las consecuencias.
Obviamente el mayor problema pasa por "los otros", por las reacciones que generan estas exposiciones, pero no olvidemos que "los otros" somos también nosotros mismos para los demás; y entonces, todos, en mayor y menor medida, estamos de ambos lados, según la circunstancia.
Pensar antes de actuar es la premisa a considerar, la misma de siempre; pero elevada a la enésima potencia por un mundo (el virtual), donde no hay límites ni fronteras.