Lunes 10 de abril de 2017.
La hipertensión arterial (HTA) se cobra cada vez más vidas en el mundo.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardíacas constituyen la primera causa de mortalidad en el mundo. El número de defunciones alcanza a más de ocho millones por año. El principio detrás de las preocupantes cifras reside en la hipertensión arterial, una afección que incrementa los riesgos de sufrir un ataque e insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular e incluso incide seriamente en otros órganos.
En el marco del Día Europeo de la Prevención del Riesgo Cardiovascular (el pasado 14 de marzo), diferentes especialistas del Viejo Continente se reunieron para debatir sobre el panorama actual. Entre las exposiciones presentadas, un informe lapidario fue el de la Fundación Española del Corazón, perteneciente a la Sociedad Española de Cardiología, que señaló que en España los decesos a razón de la enfermedad se duplicaron en la última década, pasando de 6661 en 2005 a 12.674 en 2015.
La alerta puso nuevamente en el centro de escena a la HTA y la necesidad de trabajar en métodos de prevención. Conocida como la “asesina silenciosa” debido a que ataca de manera asintomática, supone una mayor resistencia para el corazón a la hora de ejercer presión sobre las arterias para que conduzcan la sangre a los órganos del cuerpo, de modo que el órgano deba aumentar su masa muscular (hipertrofia ventricular izquierda) para hacer frente a ese sobreesfuerzo, lo que puede desembocar en insuficiencia coronaria y angina de pecho.
En Argentina afecta al 33,5% de la población adulta, de acuerdo con el Registro Nacional de Hipertensión Arterial. Una de cada tres personas es hipertensa. Además, cerca de 40% lo desconoce: la mitad no se trata y de los que reciben tratamiento sólo uno de cada cuatro están controlados. La prevalencia de HTA aumenta con la edad, llegando a cerca de 70% en los mayores de 65 años. Se estima que causa 50.000 muertes al año.
Como en cada enfermedad, el camino para revertir la situación es la prevención. Diferentes factores influyen en el desarrollo de HTA. El más conocido es el consumo elevado de sodio, componente de la sal empleado en las comidas. “Debido a que muchos alimentos, en especial carnes y pescados, fueron conservados en sal, el ser humano se acostumbró a este sabor particular y lo utiliza como condimento imprescindible y como aditamento de las diferentes consumos elaboradas”, apuntó el médico cardiólogo Ricardo Rey, quien es el vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
En la Argentina, una de cada tres personas es hipertensa y cerca del 40% lo desconoce.
¿Cuántos gramos de sal hay que comer por día?
Está claro que el excesivo consumo de sal contribuye al desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. Por eso es fundamental reducir la ingesta de ese “enemigo blanco”. El consumo de cloruro de sodio debe ser menor a 5,5 gramos diarios, lo que equivale a 2,2 gramos de sal en el mismo lapso. En consecuencia, es importante saber que 1 gramo de sal contiene 400 mg de sodio. Limitar el consumo y leer las etiquetas son algunas de las diversas medidas sencillas de adoptar diariamente para controlar el consumo de sal, siempre acompañado de una dieta acorde.