Miércoles 22 de marzo de 2017.
A propósito de la conmemoración -en la jornada de hoy- del Día Mundial del Agua, fecha que, entre otras cuestiones nos propone tomar conciencia de la necesidad de preservar el vital elemento y, por ende, evitar su derroche; en nuestra ciudad, lamentablemente, día tras día se suman nuevas quejas respecto de pérdidas de agua en distintos sectores del radio urbano.
Vecinos de las diferentes barriadas suman similares molestias sobre esta problemática que pone en evidencia varias cuestiones; por un lado la falta de respuestas de la empresa concesionaria del servicio de agua de red, Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima (ABSA), y por otra la falta de controles de organismos del Estado hacia estas situaciones, con la debida exigencia de soluciones.
Es común observar en una recorrida por cualquier sector de la ciudad cabecera que el pavimento se ve "regado" por importante cantidad de agua que "brota" de sus entrañas sin que nadie haga nada al respecto; ni quien le corresponde -la mencionada ABSA-, o cualquiera que tenga un poder de reclamar o exigir con mayor suerte que la del simple vecino común.
Ante cada llamado, las respuestas son las mismas que suelen escucharse en torno de cualquier reclamo sobre la prestación de algún servicio público: "estamos trabajando", "estamos atendiendo otros reclamos", "estamos desbordados", "¿estamos?"...
Esta falta de resoluciones, además, ha dado lugar a una serie de versiones que son más preocupantes aún que la falta de respuestas. Aseguran frentistas que han acercado insistentemente sus quejas a la empresa prestataria que los encargados de realizar estas reparaciones manifestaron que las mismas se hallan "demoradas" por la falta de elementos básicos para efectuar los trabajos, concretamente un martillo neumático para cortar el pavimento y realizar las excavaciones necesarias en busca de las pérdidas de agua.
Sea cual fuere la verdadera razón (desidia, falta de interés, sobreexigencia, colapso del sistema, falta de elementos de trabajo indispensables), estamos ante una realidad inaceptable; digna de un país tercermundista que pareciera no querer correrse de este lugar por la propia comodidad de quienes se hacen los desentendidos a la hora de dar respuestas, pero, sin embargo, siguen recaudando como si nada ocurriera.
El análisis tiene una amplitud que da lugar a innumerables ejemplos, pero el eje común siempre es el mismo. Los vecinos somos un número, un número que no importa, salvo , claro,a la hora de generar "otros" números.