Los seminaristas de la diócesis de Santo Domingo en Nueve de Julio, ya en periodo de receso de sus estudios, salieron a misionar en las pequeñas comunidades y pueblos durante la semana previa a Navidad.
Jueves, 28 de diciembre de 2016
La iniciativa fue del obispo, Monseñor Ariel Torrado Mosconi. Su propósito fue que los futuros sacerdotes mantengan una experiencia pastoral más cercana con las comunidades rurales y que conozcan mejor la realidad de la diócesis. De este modo, también, busca promover uno de las exhortaciones más insistentes del Papa Francisco sobre una iglesia más misionera, que sale a las periferias y que está abierta al encuentro de quienes están solos, de los que sufren y de los más alejados.
En grupos de a dos, los seminaristas de la diócesis junto a aquellos jóvenes que ingresarán el próximo año, recorrieron en los días previos a la Navidad los distintos pueblos de la diócesis que no pueden tener una presencia permanente de sacerdotes. “La idea era visitar a los enfermos y a aquellas personas que no pueden llegar a la parroquia. También organizamos algunos encuentros con niños, jóvenes y adultos, e hicimos celebraciones de la Palabra, también pesebres vivientes y otras actividades navideñas; todo con el objetivo de preparar espiritualmente a los fieles para la llegada del Niño Dios”, explicó Ignacio Balle, un seminarista de Nueve de Julio que junto a su compañero, Tomás Della Penna, cumplió con su Misión de Navidad en el pequeño pueblo linqueño de Martínez de Hoz.
Los 18 jóvenes estuvieron repartidos en las siguientes comunidades esparcidas por la extensa superficie de esa diócesis de más de 57.000 km cuadrados y que incluye a 17 distritos bonaerenses: La Niña, Patricios, Guanaco, Nueva Plata, Quiroga, Martínez de Hoz, González Moreno y Naón. “Lo que más rescatamos con mis compañeros fue el trato familiar que tiene la gente de las comunidades más pequeñas. Encontramos un ambiente muy familiar dentro de las parroquias, una cuestión que, a veces en las comunidades más grandes suele ser más difícil porque cuesta que se conozcan entre sí y es más complejo llegar a toda la gente”, agregó Ignacio.
Los seminaristas se mostraron complacidos por la excelente recepción de la gente. “Realmente nos sorprendió con la alegría que nos abrían las puertas de sus hogares y, sobre todo, las de sus corazones… Muchos eran católicos practicantes, otros se habían alejado de la Iglesia por distintos motivos. Pero todos tenían en común el fervor de la fe, especialmente hacia la Virgen María. Se sintió mucho el amor y el cariño que tenían hacia Ella…”, aseguró Ignacio.
El joven seminarista, Ariel Palanga, quien ya está cerca de su ordenación diaconal y que es oriundo de Tres Algarrobos, tuvo como destino la localidad de Guanaco (Pehuajó) y resumió su experiencia como una excelente “posibilidad de anticipar a las comunidades la alegría del Nacimiento del Salvador” y, sobre todo, de tener “la gracia de vivir de un modo más cercano la dicha del ministerio para el que nos estamos preparando”.
De este modo se ha hecho presente la propuesta del Santo Padre: “Quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle”, fue el contundente mensaje del Papa Francisco a los jóvenes en la Jornada Mundial de Río en 2013. Un mensaje que se está tratando de implementar cada vez con mayor fuerza a través del entusiasmo y la alegría de los jóvenes seminaristas.