Sábado 3 de diciembre de 2016.
Más de 47 millones de personas en el mundo están afectadas, según la Organización Mundial de la Salud, por algún tipo de demencia que conlleva pérdidas cognitivas. Su causa no está clara y no existen tratamientos que puedan curar o revertir su evolución progresiva. Al menos hasta el momento. Theodore Berger, un ingeniero biomédico de la Universidad del Sur de California, está trabajando en una prótesis de memoria. Hace 35 años que este neurocientífico estadounidense tiene una obsesión: averiguar el motivo por el que los recuerdos se borran de la mente.
Su última invención promete una revolución en el campo neurocientífico: diseñó un chip capaz de recuperar la memoria. El dispositivo, que se implanta quirúrgicamente en el cerebro, imita la función de la estructura llamada hipocampo mediante la estimulación eléctrica del cerebro de una manera particular para formar recuerdos. En principio, el proyecto, tan ambicioso como irreal, despertó las críticas de sus colegas científicos en muchas ocasiones.
Los resultados más recientes de los estudios del especialista y su equipo revelaron comportamientos neuronales en la corteza del hipocampo hasta ahora desconocidos, abriendo la puerta a la posibilidad de instalar prótesis cerebrales para recuperar la memoria. No se trata de recuperar los recuerdos perdidos por el paso del tiempo, sino de almacenar nuevos recuerdos vividos a largo plazo.
El experimento fue probado en ratas y consistió en la construcción de un hipocampo artificial en los roedores. Primero, a través de diversas pruebas confirmaron que recordaban, luego les inyectaron un fármaco que bloqueaba su memoria para someterlos a estímulos eléctricos con el fin de disminuir su capacidad de memoria al elegir entre dos palancas presentadas en las primeras tareas. Los animales respondieron satisfactoriamente.
El desafío siguiente fue extrapolar el experimento a los humanos. Para las primeras pruebas se les pidió a pacientes con epilepsia que ya tenían electrodos implantados que recordasen una serie de imágenes durante determinado tiempo. Registrando su actividad cerebral a la hora de recordar las imágenes, el equipo de Berger empezó a desarrollar un algoritmo capaz de predecir el 80% de los patrones cerebrales que llevan a crear estos recuerdos, aunque todavía no es lo suficientemente preciso.
Berger sostiene que aún no fueron capaces de descifrar completamente cómo los recuerdos a corto plazo se transforman en otros a largo plazo. Igual, está convencido de que es posible copiar parte de los comportamientos cerebrales en el chip, para revertir los procesos por los que los recuerdos se van.