Domingo 6 de noviembre de 2016.
Con un escáner 3D, expertos del INTI ya empezaron a tomar medidas de jóvenes de 20 a 24 años. Los primeros resultados arrojan que las mujeres son en general talle M, “tirando a L”.
¡Argentinos, al escáner! Por primera vez, la ciencia se propone medir cómo es el cuerpo de los argentinos. Lo que se sabía hasta ahora es que se trata de un biotipo de características complejas, una mezcla entre las proporciones latinas y las europeas. Pero ese conocimiento no estaba mensurado ni se basaba en números concretos sino que era más bien una conclusión de sentido común.
Eso tiene consecuencias directas a la hora de ir a los negocios de ropa: las prendas que se venden en los negocios argentinos no se hacen en base a un estudio relacionado con las dimensiones del cuerpo argentino sino que es una homogeneización hecha “a ojo”, entre un conjunto de normas (entre ellas la IRAM 75300, que tiene una comisión de talles) y también los criterios de los fabricantes, muchas veces más pendientes de las modas y los volúmenes de venta que de los cuerpos reales. Según una encuesta de la UAI, el 64% de las mujeres argentinas queda disconforme en el probador.
En 2014 el Instituto Nacional de Tecnología Industrial compró un escáner 3D e identificó poblaciones para tomar medidas. Los resultados que arroje el trabajo contribuirán, entre otras cosas, a mejorar la Ley de Talles, un compendio de normas específicas para cada provincia pero inexistente a nivel nacional.
Para la medición, los voluntarios tienen que vestir ropa lo más ajustada posible. Primero se mide altura y peso de manera convencional. Pero después tienen que permanecer durante unos 15 segundos en el escáner, con las piernas semiabiertas y los brazos separados del cuerpo. “Los sensores van digitalizando la imagen en dos millones de puntos y se forma algo que podríamos definir como la cáscara de la persona, como si fuera un envoltorio o un molde”, explica Sandra Jung, del INTI.
Este estudio no sólo será útil para la ley de talles, sino que también dará información necesaria para otras disciplinas como el diseño industrial, la biomecánica y la arquitectura. Por ejemplo, permite conocer los espacios mínimos que el hombre necesita para desenvolverse diariamente. “Además, los datos arrojados por el estudio serían útiles en el ámbito de la salud, ya que permitiría diagnosticar poblaciones vulnerables a enfermedades y trastornos, como la obesidad, la desnutrición, y la anorexia”, señala un pedido que hizo en 2013 la ex diputada María Cristina Regazzoli.
En Argentina, el cuerpo vuelve a estar, una vez más, bajo la lupa.