Martes 30 de agosto de 2016.
Asumen responsabilidades acordes a su edad y eso les genera confianza en sí mismos.
Por motivos diversos, una mascota en la familia es una experiencia enriquecedora para los pequeños. Pero también un compromiso. Un animalito es un gran compañero de juegos, y la primera ventaja es que podemos ayudar a nuestros hijos a ser más responsables, a prestar atención a sus cuidados y necesidades. Y, a medida que crece, sus responsabilidades sobre el cuidado de las mascotas también lo hacen. Los niños que aprendan a asumir obligaciones acordes a su edad van a ganar confianza en sí mismos.
Las mascotas necesitan ejercicio diario, lo que ofrece a la familia momentos de juego y diversión denominados “tiempo de calidad”, una invalorable interacción familiar. Además, jugar con la mascota es una gran alternativa a pasar horas y horas frente al televisor, la computadora, tablets y otros dispositivos.
Tiempo de calidad: Así se denomina al espacio de juegos que la familia comparte con el animal.
El cariño generado hacia la mascota ayuda en la madurez emocional. “Las interacciones positivas entre niños y mascotas ayudan a desarrollar habilidades de comunicación no verbal, compasión y empatía”, señalan expertos.
A nivel salud, son diversos los estudios que afirman que aquellos bebés que crecen en un hogar donde hay mascotas tienen una tendencia menor a desarrollar alergias. Sin embargo, una exposición temprana y constante a los alérgenos que generan perros y gatos -se supone que es una especie de “caspa” o micropartículas de células epiteliales muertas los que desatan la reacción en algunas personas- hace que los niños pierdan sensibilidad y finalmente no desarrollen la alergia.
Claro que los padres deben acompañar el proceso de adoptar una mascota, teniendo en cuenta el espacio físico, las horas de dedicación, y facilitar la satisfacción de las necesidades básicas del animal como alimento, agua, vacunas, controles con el veterinario, paseos, higiene, entre otros.
La participación del niño debe ser adecuada a su edad. Un nene de dos años, por ejemplo, puede ayudar con algunas tareas, como darle el alimento, pero nunca debe quedarse solo porque no entiende completamente los límites con su amigo y podría ponerse en peligro. Nunca hay que olvidar que las mascotas son animales.
El cuidado es una tarea de la familia.
A veces los padres les dan a los chicos responsabilidades por demás: que los hagan acordar de comprar alimento, que se acuerden de sacarlo a pasear, juntar la caca, bañar al perro, etc. Pero el niño sólo quiere jugar y divertirse con su mejor amigo, y de tanta responsabilidad y compromiso que se le otorgan, se le van las ganas de tener una mascota. Es muy común que cuando llega un cachorro a la casa los chicos van a la veterinaria los primeros tres meses y luego desaparece el entusiasmo; por lo tanto, hay que saber mantener a los chicos estimulados mediante objetivos más de acompañamiento, como juntar los juguetes porque el perrito se los puede tragar y le puede hacer mal o los puede romper, mirar si tiene agua y comida, ayudar a limpiar las suciedades o a bañarlo... De esta manera, sin presiones, se colabora en conjunto con el nuevo integrante. Y la responsabilidad es de todos.