Domingo 26 de junio de 2016.
Hace días que los argentinos venimos corroborando todas las sospechas sobre la escandalosa corrupción de la cual hemos sido víctimas. Cuestiones de índole indiscutible están siendo sacadas a la luz, después de años de inacción judicial. Porque seamos sinceros, la justicia Argentina durante 12 años que era preciso ver, ha cerrado los ojos; y cuando era indispensable obrar, se ha cruzado de brazos. Pero las pruebas irrefutables, pudieron más que cualquier sistema inescrupuloso que tuvo como máximo esplendor al ex juez Oyarbide.
Los Lazaro Baez, los Cristobal Lopez, los hoteles de Cristina, con millones de pesos pagados por la aerolínea de bandera, con cargos hasta en días donde no había huéspedes; Los Lopez que tiran millones de dólares en conventos que tienen bóvedas, los Aníbal Fernandez, los de Vido, etc, etc, etc, la corrupción institucionalizada, la coima permanente, el escándalo sin antecedentes ni límites. O acaso hoy en día alguien se atreve a negar que el famoso “robo para la corona” se repitió multiplicado por diez??
En la última semana, un concejal del Frente para la Victoria, ha hecho denuncias públicas sobre hechos de corrupción en el gobierno local sin dar ningún nombre, ha tildado al gobierno de corrupto, y hasta acusó de robarle al pueblo.
El concejal peronista debería primero que nada saber que cualquier funcionario público está obligado a denunciar todo hecho delictivo del cual tenga conocimiento, sin excepciones. Pero más allá de eso, el concejal falta a la verdad, acusa sin dar nombres, y olvida de modo llamativo el daño que sus líderes políticos han hecho robando a diestra y siniestra.
Nada tengo que objetar sobre la conducta de ningún concejal, y debo destacar la buena relación que hemos generado desde diciembre, pero no puedo dejar pasar por alto estas declaraciones infundadas.
La gestión que encabeza el contador Barroso ha dado suficientes muestras de austeridad, de honestidad, buena administración, y sobre todo eficiencia, y baste el ejemplo de los caminos rurales que están en mejores condiciones que años anteriores y se ha consumido un 40% menos de gasoil, que en igual período del año 2015, para lograrlo.
Los antecedentes que manifiesto al inicio de esta nota, pese a su cantidad, no deben ser óbice para banalizar hechos de corrupción. Que muchos sean los corruptos no debe ser el fundamento para acusar a otros sin causa alguna. Un diputado de principio de siglo al ser calumniado por diputados de otras bancadas, quienes a modo de parlanchines infundados lo agraviaban, sin perder el decoro y la honorabilidad les retrucaba gritándoles “sembradores de palabras”.
Los sembradores de palabras deberían hacer primero que nada un mea culpa, ya que han colaborado, militado, o compartido boletas electorales, con quienes han llevado a cabo, o han comandado, el robo institucionalizado más grande de la historia. Pero definitivamente no todos somos iguales; y está bien que así sea. La libertad de expresión es plena, y la democracia se nutre de la misma.
Paolo Barbieri
Concejal Cambiemos