Martes 8 de Marzo de 2016.
Las conexiones móviles lograron alcanzar en 2015 la población mundial.
Nadie discutirá que el desarrollo de las nuevas tecnologías ha servido para facilitarnos las cosas en muchos sentidos.
Sin embargo, eso que ha surgido como una manera de hacer nuestra vida más fácil también puede ser un arma de doble filo. Ya son varios los que alertan sobre el impacto que los dispositivos móviles, sobre todo los smartphones, están teniendo sobre nuestro comportamiento social, pero además sobre nuestra salud.
El psicoanalista Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), advierte: "La tecnología es necesaria, pero es dañina si se convierte en una obsesión, empobreciendo los intercambios comunicacionales. Cuando esto sucede, se crea una modalidad de comunicación que se torna paradójica en tanto que crea la ilusión de estar hipercomunicado cuando en realidad se está aislado".
Fobia: El miedo irracional a salir de casa sin el celular tiene nombre y se llama nomofobia.
Este panorama cobra otro tinte si se atiende a los últimos números aportados por el informe Mobility Report de Ericsson, que revela que el número total de líneas móviles registradas a finales de 2015 iguala la cantidad de habitantes en todo el mundo: hay 7300 millones de suscripciones, 68 millones más que en el último trimestre de 2014.
Además de esas conexiones, el 75% son smartphones, lo que ha llevado a aumentar el tráfico de datos móviles en un 65% durante el último año.
180 exabytes será el tráfico acumulado a nivel mundial para 2021.
Esa cantidad equivale a que cada uno de los habitantes de la Tierra vea más de 200.000 millones de fotos al día o se pase 35 minutos conectado.
En cuanto al uso, el desarrollo de nuevas herramientas ha implicado la modificación de las maneras de comunicarse.
Hoy la mayoría de las personas prefiere utilizar mensajes de texto antes que realizar llamadas, algo que profundizó la existencia de plataformas gratuitas como Whatsapp, a lo que se suma la proliferación de redes sociales: el 46% de los relevados dijo pertenecer a más de una.
Pero más allá de los números duros, el Mobility Report ha analizado también el impacto que tienen los distintos niveles de rendimiento de la red en los usuarios a nivel físico, algo que lleva cómo mínimo a reflexionar el papel que juegan en nuestras vidas las tecnologías.
Mediante tecnología aplicada a la neurociencia, se midieron las respuestas emocionales a diversas experiencias. Así, por ejemplo, el retraso en la descarga de páginas web provocó que la frecuencia cardíaca de los usuarios aumentara en un 38% de la media.
Lo mismo sucedió con el retraso en el streaming de videos que causó un aumento del 33% de los niveles de estrés, lo que equivale a la ansiedad que produce un examen de matemática o incluso mayor que el que provoca estar al borde de un precipicio.