22 noviembre 2024

DIARIO DE UNA PIBA QUE MUERE CADA 30 HORAS

Ayer una comunidad entera se solidarizó para, desde su lugar, colaborar con la búsqueda de Mariana. Mariana faltó de su casa, como tantas otras chicas en el último tiempo, Mariana nunca volvió y Mariana nunca va a volver.

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Jueves, 4 de febrero de 2016

Mariana, como la chica de ayer, y la que va a venir mañana fue víctima. SI, víctima. Víctima de haber nacido mujer, víctima de alguien que se creyó más y mejor, víctima de que su vida, por el solo hecho de ser mujer tenía fecha de vencimiento.

A Mariana la mataron, como nos matan a todas, cada 30 horas. Casi una mujer por día.

Todavía puedo sentir cuando fui Melina, había salido del boliche con la ropa que me gusta usar, todavía siento como me violaban, como me fueron matando de a poquito, empezando por mi dignidad y terminando con mi vida, sigo sintiendo el frío de la bolsa de residuos en la que me metieron, todavía veo a mi mamá llorar.

Me da escalofríos acordarme de cuando fui Chiara, estaba feliz ¡Iba a ser mamá!, me da escalofríos porque todavía me acuerdo de haber ido a la casa del flamante futuro papá, me acuerdo como terminaron con mi vida, como si fuera un estorbo, como si ellos pudiesen decidir por si mismos cuando mi vida y la de mi hijo debían terminar, parece que jodíamos en este mundo.

Y ni contarles cuando fui Angeles y cuando llegué a mi casa, ese maldito día, en que un conocido de siempre, en la puerta de mi edificio me tomó, como si fuese algo suyo, algo que le pertenecía y poquito a poco fue terminando con mi vida, mi corazón dejó de latir y ya nunca más respiré, porque él lo quiso así, entonces así tenía que ser. Como si eso fuese poco, me metió en una bolsa de basura y me desechó, sin importarle que en algún momento fui Angeles y no algo desechable.

Podría seguir contándoles todas y cada una de mis experiencias.. De cómo morí, de como me arrancaron la vida a mi, de cómo se la destrozaron a todos los que tenía cerca. Podría seguir relatando nuestra historia, la de todas las mujeres, la historia de las que ya no están y las que estamos pero estamos incompletas, vacías, porque nos matan todos los días… las estadísticas.

Aunque me llamo Camila, todavía soy y voy a seguir siendo Mariana, Angeles, Melina, Chiara, Lola... me llamo Camila y soy mujer y estoy harta de que me acosen cuando camino sola por la calle, estoy harta de que me peguen, de que me celen, de que me repriman, de que me toqueteen en el boliche, de que me violen, de que me amenacen para que me mantenga callada, de que me maten, de que me metan en una bolsa, de que me tiren a un río.

Soy Camila y soy feminista, soy Camila y me mataron tantas veces que nunca más me voy a callar.

Soy Camila y nunca más voy a soportar que un adulto le diga a una pequeña “Si es malo con vos, seguro le gustas” porque nunca podría pensar que el abuso es sinónimo de amor.

Soy Camila y no voy a soportar volver a escuchar a alguien diciéndole a un hombre “Tenés que respetar a las mujeres porque podrían ser tu mamá, tu hija o tu hermana” porque a las minas nos tienen que respetar porque somos personas y no porque podríamos ser un pariente.

Soy Camila y quiero decidir sobre mi cuerpo, quiero tener los mismos derechos que mis compañeros varones, soy mujer y quiero decidir, quiero VIVIR y vivir libre y vivir sin miedo. No quiero que nunca más alguien me tome por la fuerza, como si fuera de su propiedad y termine con mi vida porque si, porque “así tenía que ser” o “porque me lo busqué” o porque “me vestía como.

LAS QUIERO VIVAS. NOS QUIERO VIVAS. ME CANSÉ DE MORIR.

Camila, Joven militante del Movimiento Libres del Sur