Lunes 30 de Noviembre de 2015.
Argentina es el país que más glifosato consume en el mundo. El dato surge a raíz de una investigación publicada en el Tercer Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados. Investigadores repitieron la prueba y afirmaron este alarmante hallazgo.
El descubrimiento de restos de glifosato y sus derivados en gasas, algodones y artículos de higiene personal, que fue publicado en el marco del Tercer Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados, alertó a los especialistas a indagar en una variable todavía no deslindada en materia de salud pero qué, en base a los estudios realizados en diferentes pueblos del interior, resultaba previsible. “No es una sorpresa, en Argentina el algodón se está cultivando usando técnicas de agricultura tóxica, con semillas transgénicas de Monsanto, y se le aplican cantidades enormes de sus agrotóxicos”, señaló el especialista Medardo Ávila Vázquez, presidente del Congreso y uno de los principales promotores de la lucha contra el uso de agroquímicos.
El objetivo inicial de los investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de la Plata (UNLP) seguía otra dirección. En una primera instancia, el equipo del Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA), buscaba llevar a la práctica un procedimiento para determinar cuál es el alcance de la sustancia contraproducente para la salud luego de la fumigación. Para ello, siguieron las instrucciones de un paper internacional en el que se precisaba el uso de gasas estériles para contrastar lo obtenido en el laboratorio. Sin embargo, al analizarlas, encontraron restos de ese mismo agroquímico en su composición.
La conclusión a la que llegaron semanas atrás, llevó a los investigadores a repetir la prueba y a afirmar que el alarmante hallazgo se replica en hisopos, tampones, toallas femeninas y pañales. Estos artículos presentaron residuos de glifosato en el 85 por ciento de sus muestras y un 62 por ciento de AMPA, metabolito ambiental del mismo agrotóxico. En el caso de algodones y gasas, la presencia de dicha sustancia fue de un cien por ciento, haciendo de nuestro país, el que más consume a nivel mundial.
La hipótesis del trabajo, que fue formulada en el Tercer Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados, en la Facultad de Medicina de la UBA, sugiere que, cuanto mayor es el grado de procesamiento de los productos, menor es el vestigio de herbicidas que contienen. Si bien la mayoría de los estudios se concentraron en los efectos de la fumigación en la salud y en los productos alimenticios, estos nuevos datos incorporan una variable que dispara una tarea sistematizada de todas las disciplinas abocadas al tema.