Un juninense vivió un terrorífico asalto y le escribió una carta al Gobernador Daniel Scioli. El dramático episodio ocurrió hace unas dos semanas, cuando la víctima salía de su quinta situada sobre la Ruta 65. “Me rodean los sobresaltos”, expresó.
Viernes 22 de mayo de 2015.
Tras un terrorífico asalto en el que encapuchados lo maniataron y llevaron cautivo en su camioneta para robarle una importante suma de dinero y el vehículo, un juninense le escribió una carta al Gobernador Daniel Scioli en el que relata el drama que vive hasta hoy.
El autor del escrito es José Ignacio Bazzani, de 35 años e ingeniero agrónomo oriundo de esta ciudad, quien el pasado 8 de mayo sufrió un robo en la puerta de su quinta, situada sobre la Ruta 65.
Según relató Bazzani, en diálogo con este diario, ese mismo día él había retirado dinero del banco, por lo que cree que hubo inteligencia previa.
Todo comenzó cuando el joven salía de una quinta y encontró que le habían cerrado la tranquera. Cuando se bajó de su Toyota Hilux blanca para abrirla fue reducido por dos encapuchados, que lo encañonaron con un arma y lo arrojaron al suelo bajo amenazas.
En ese momento, según relató, los malhechores le exigieron la entrega del dinero, a lo que Bazzani les respondió que lo tenía en la camioneta. Entonces lo subieron a la Hilux, lo maniataron y lo precintaron, para luego llevarlo secuestrado por la Ruta 65. Minutos después fue liberado a la vera de esa carretera, cerca de Fortín Tiburcio. Hasta el momento, según dijo, la camioneta no apareció.
LA CARTA
Bazzani publicó el martes pasado el siguiente texto en su muro de Facebook:
Hola Daniel, buen día.
Se me hace difícil hoy decir buen día.
¿Sabés por qué? Porque me robaron, me pusieron un revólver en la cabeza, me ataron y me llevaron durante 30 minutos amenazado hasta que me tiraron en la banquina entre pastizales.
Cuando logré arrancarme los precintos de las muñecas y los tobillos, la camioneta con mis cosas ya no era ni siquiera un punto blanco en medio de la oscuridad.
Apenas empezaba la noche el viernes 8 a las 20.
Entonces, hoy siento miedo, es un miedo lógico, anticipatorio, preventivo. Un miedo por las dudas, digamos.
Cuando uno se quema con leche, ve la vaca y llora.
Sin la mínima duda tuve que dejar el lugar elegido para vivir.
No puedo olvidar la escena, no puedo cerrar los ojos ni descansar tranquilo.
Me rodean los sobresaltos.
Ruego que mi cuerpo se recupere para que cuando llega la mañana mi cabeza tenga la energía necesaria para volver a trabajar, a entusiasmarme, a proyectar.
Hoy son las 9.30 de la mañana. Estoy con sueño.
Vi durante toda la noche los ojos de ellos, de quienes se llevaron parte del dinero que durante trece años de trabajo junté para cumplir el sueño de construir mi casa y compartir con mis futuros hijos un lugar ameno sin pedirle nada a nadie.
Soy un tipo confiado, Daniel.
Confío en los demás porque confío en mí mismo. Siento que me fue dada la capacidad para construir mi vida, elegir, esforzarme, decidir y ver el producto de lo realizado cada día, de sol a sol.
¿Sabés qué siento hoy? Que si seguimos así esto no cambia, que a ellos, a quienes me hicieron pasar el peor momento de mi vida no los van a encontrar, ni a corregir ni a castigar.
Van a seguir haciendo lo mismo.
Estarán ahora tranquilos en sus casas.
La mía, tambalea porque yo estoy tembloroso, inseguro, inestable preguntándome hacia dónde voy a dar el próximo paso.
Tengo 35 años cumplidos un día antes de esta historia. Estrené mal los treinta y cinco, ¡la pucha!
Trabajo como Ingeniero Agrónomo.
Estudié en una universidad pública. A la par que trabajaba hice una Maestría en Administración de Empresas. La pagué con los ahorros de mis primeros tiempos de trabajo.
Soy joven, deseo que esto cambie, no quiero encontrar voces que se hagan eco de mi voz porque les pasó lo mismo o parecido.
Por eso, hay que hacer cosas diferentes.
Desde abajo, desde la semilla. No parches provisorios
No quiero comprar un arma porque valoro la vida y la voy a cuidar por cielo y tierra para defenderla a mi manera, manso.
Por eso escribo.
Cambiemos, hagamos cosas diferentes. El mismo camino nos lleva al mismo lugar y siento, cada vez que te escucho por la tele, que vas a repetir el recorrido.
Vamos mal.
Me guste o no, entiendo que serás quien nos presida durante los próximos años.
Te pido de corazón y con lágrimas sobre el teclado que hagas las cosas diferente para que yo, mi familia, la familia de mis amigos y las familias de todos los argentinos podamos vivir en paz.
José Ignacio Bazzani