18 abril 2024

HAMBRE FISICO vs. HAMBRE EMOCIONAL

Domingo 21 de Febrero de 2016.

Comer cuando se está nervioso. Levantarse a media noche a por un poco de chocolate. Atacar la heladera. Son situaciones que para algunas personas pueden hasta parecer cotidianas, pero lo cierto es que reflejan el hambre emocional, la emoción que procura una sensación de satisfacción a través de la comida.

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El estado de ánimo está muy relacionado con la manera en que uno come. Por eso, los alimentos muchas veces sirven como consuelo, ya que elevan el contenido de grasas, azúcar y sal en cuerpo y el comensal se siente, al final, satisfecho.

El buen humor facilita la forma de comer bien. Pero cuando el estado de ánimo es negativo, se perjudica la alimentación sana, ya que generalmente uno busca satisfacer la tensión en la comida, como una suerte de anestesia.

La forma de comer está condicionada por el cerebro emocional. Según psicólogos, desde temprana edad los padres premian y castigan en base a la comida y, por eso, el cerebro registra esa información y la utiliza para medir cuánto come dependiendo su estado de ánimo. El problema es que la comida no puede ser un mecanismo para regular las emociones porque genera trastornos en la conducta alimentaria y en algunos casos se llega a cuadros de obesidad o de anorexia.

Los alimentos que suelen utilizarse para saciar el malestar son generalmente los que tienen más grasas y más aporte calórico ya que elevan el nivel de serotonina. Cuando se come por ansiedad, los alimentos más acudidos son el chocolate, las papas fritas, el queso o los embutidos.

El azúcar es un ingrediente que influye en los estados depresivos y actúa como un círculo vicioso. El chocolate es un alimento que se consume en momentos de ansiedad porque tiene teobromina, un componente similar a la cafeína que produce una sensación de placer en el cerebro.

En tanto, eliminar algunos alimentos de la dieta puede provocar sensación de angustia, que luego conduce hacia un consumo desenfrenado de los mismos.

 

La solución

Una de las claves para evitar caer en la trampa del hambre emocional es el ejercicio. Un estado físico saludable mejora el estado de ánimo y el estado mental. Además, disminuye la ansiedad y ayuda a salir de una depresión. Según expertos la ansiedad se genera por no respetar correctamente las comidas a lo largo del día. El simple hecho de ordenarlas y comer de forma adecuada reduce esa sensación.

Diego de Olmedilla, autor del libro Adelgaza con el Método Thinking (Alianza) sostiene que el objetivo para eliminar el hambre emocional es cambiar el vínculo que existe con la comida e indagar en las causas del hambre emocional para identificarlas y aprender a controlarlas. Además, explica que se debe hacer ejercicio ya que alivia la ansiedad y el estrés. También, se debe disponer de un repertorio de alimentos sanos y aprender a decir que no para evitar tentaciones equivocadas.