20 abril 2024

ETIQUETAS QUE "ADVIERTEN"


Todavía no llegaron a la Argentina, pero ya se pueden ver en las góndolas de supermercados y almacenes en otros países de la región.

Viernes, 27 de diciembre de 2019.

La información nutricional de los productos tiene un único objetivo: que cualquier persona que los consume pueda saber qué contiene, en qué cantidades, y sepa con qué se está alimentando.

Cada vez más los consumidores están interesados en saber qué tienen los artículos que compran y comen. Esto es así porque en los últimos años ha aumentado la concientización acerca de la importancia de la nutrición y de la necesidad de limitar el consumo ciertos ingredientes, aditivos, conservantes, entre otras sustancias.

Sin embargo, el apartado de información nutricional puede ser complejo de leer, dado que habla de proporciones que no todas las personas conocen y no detalla qué cantidad se recomienda consumir de cada uno de los componentes de los alimentos -sodio, azúcar, grasa, por ejemplo-. Simplificar esos datos es importante para que todos los consumidores tengan acceso a ellos y puedan estar informados acerca de qué consumen.


A partir de esa realidad empezaron a aparecer campañas de concientización sobre la necesidad de reducir el consumo de ciertos productos por sus efectos adversos para la salud, al tiempo que manifestaban la necesidad de mejorar la disposición y explicación de la información nutricional presente en los paquetes.

El primer país que modificó la forma de mostrar esos datos fue el Reino Unido, que en 2013 cambió el etiquetado de alimentos procesados. Mostraba un semáforo que asignaba colores según el contenido nutricional, teniendo en cuenta los porcentajes de azúcares, grasas, o sal del producto. Así, el rojo significaba un alto contenido de componentes menos saludables, el amarillo un contenido medio, y el verde un contenido bajo. Cuánto más verde la etiqueta, más saludable el producto. Aunque supusiera una simplificación considerable con respecto a la habitual tabla nutricional, la presentación de la información era más fácil de comprender y rápida de procesar.

A nivel regional, esta situación llegó unos años más tarde y recién se está instalando en las góndolas de supermercados y almacenes latinoamericanos. Ecuador y Perú ya han adoptado sistemas de advertencia en el etiquetado de los productos con alto contenido de azúcar, grasas y sodio.

México, por su parte, aplicó un sistema de etiquetado frontal en el 2015 y reguló, a su vez, el contenido en la publicidad de estos alimentos, así como sus horarios de emisión. En ese mismo año, Chile emitió un decreto que hizo una modificación en la Ley de Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad. En el país trasandino el reglamento exige advertir con etiquetas negras octogonales si un producto tiene contenidos altos de azúcar, grasas saturadas, sodio, o calorías, muy similar al que se emplea en Perú. Una de las diferencias del sistema chileno con el del resto de los países es que también prohibió la entrega de juguetes junto a los productos considerados no saludables -como es habitual en locales de comida rápida, bolsas de snacks, chocolates, entre otros-.

La importancia de estas medidas en la salud mundial

Es importante tener en cuenta que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay aproximadamente 1.900 millones de adultos con sobrepeso, de los que 600 millones son obesos. Más allá de la patología que pueda tener cada una de esas personas, lo cierto es que la alimentación inadecuada y deficiente es una de las principales causas del aumento del sobrepeso a nivel global.

Por su parte, la región de América Latina y el Caribe sufre una creciente epidemia de sobrepeso y obesidad que contrasta de forma dramática con un crecimiento acelerado del hambre. Así lo indica el último informe de la FAO sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo no dejaba lugar a dudas.

Allí radica la importancia de los cambios en los hábitos de consumo y de alimentación en todos los países del mundo, una modificación que va de la mano del conocimiento de la información nutricional de cada uno de los productos que se ingieren.