29 marzo 2024

MENSAJE DE FIN DE AÑO DEL OBISPO DIOCESANO


Los tres pasos para un Feliz Año Nuevo: Agradecer, cambiar y esperar


 


Domingo 30 de diciembre de 2018.

 

AGRADECER
La percepción del tiempo del cristiano no es una vivencia monótona y homogénea sino una experiencia de lo temporal como “historia de la salvación”, única e irrepetible que nos ofrece Dios para nuestra salvación. ¿Cómo ha sido el paso de Dios en mi vida en este año que termina? ¿Cuáles han sido los acontecimientos lindos o dolorosos más significativos? ¿Qué me habrá querido decir Dios a través de ellos? ¿Qué aprendí?
Esta mirada retrospectiva nos debe llevar a ser agradecidos por todo lo vivido a lo lar-go de este 2018 y hasta por aquellos hechos no tan felices. A veces, puede haber acontecimientos muy importantes como el nacimiento de un hijo, haber logrado un paso significativo en los proyectos personales o familiares: haberse graduado en los estudios, tener una nueva casa, haber dado un paso importante en la vida profesional o de trabajo.
En otras ocasiones, se trata de dones que vivimos cotidianamente y que no valoramos suficientemente como: la salud, el amor de la familia y los amigos; y tantas otras realidades que tal vez nunca las logramos valorar suficientemente hasta que no las perdemos. Tal vez hayamos tenido hechos dolorosos como la pérdida de un ser querido, una enfermedad que irrumpe inesperadamente en nuestra vida, un fracaso o una pérdida grave en el trabajo, o tantas otras situaciones.
Todo lo que acontece es adorable. En efecto, detrás de cada acontecimiento vivido está la mano providente de Dios, nuestro Padre, que todo lo ordena para el bien de sus hijos.

CAMBIAR
La oportunidad para cambiar. Es tiempo para rectificar el camino, si juzgamos que nos hemos equivocado. Es una ocasión propicia para empezar de nuevo en todas aquellas cosas que no andan bien en nuestras vidas. Tener la humildad para reconocer nuestros errores y animarnos a cambiar. Qué bueno es ver el próximo año como una verdadera oportunidad para volver a empezar. Debemos tener claro en qué aspectos de nuestra vida debemos mejorar y ponernos objetivos para el nuevo año.

ESPERAR
El comenzar un nuevo año es tiempo de esperanza. Es tiempo para proyectar y para soñar. Sólo estaremos más viejos el próximo año si ya no tenemos expectativas y de-seos de mejorar. En efecto, la esperanza es la virtud de los jóvenes. Los viejos ya no miran más hacia delante. Por eso no importa la edad que tengamos, lo que importa para mantener la juventud espiritual es tener siempre vivo el deseo de ser mejores.

+Ariel Torrado Mosconi, Obispo de 9 de Julio.